Malestar y destinos del malestar: políticas de la desdicha vol. 1
90 – malestar y destinos del malestar Políticas de la desdicha Al observar el Modelo i se desprende que las variables seguridad humana subje- tiva, soledad, realización personal, proyecto de vida y educación subjetiva, presentan un efecto significativo sobre el sufrimiento psíquico. En otras palabras, el índice de sintomatología depresiva aparece significativamente aumentado en personas que con frecuencia se sienten solas, que no se sienten realizadas con su actividad prin- cipal, que no creen tener un proyecto de vida definido y que no creen que su edu- cación les permita elegir libremente lo que quieren hacer. Además, el índice resulta también mayor en personas que poseen baja seguridad humana subjetiva, o sea que se sienten inseguras respecto a la vejez, a la salud, al trabajo y a la enfermedad. Por cierto, el riesgo de endogeneidad en este modelo es considerablemente alto; es decir, que resulta difícil delimitar si las variables subjetivas seleccionadas como variables independientes representan causas o consecuencias de la depresión. Por ello, estos resultados no deben en ningún caso ser interpretados en términos causales. Por otra parte, en términos experienciales, el Modelo i muestra la existencia de una asociación entre sintomatología depresiva y el hecho de poseer deudas, particu- larmente si se estima no poder pagarlas. Lo mismo ocurre con la experiencia de ha- ber vivido maltrato y discriminación en el pasado reciente, mientras que las variables sexo, ocupación y edad también detentan un significativo efecto sobre la sintoma- tología depresiva. En efecto, las probabilidades de tener sintomatología depresiva se observan más altas en mujeres que en hombres, en dueñas/os de casa, cesantes o jubiladas/os que en personas laboralmente activas o de mayor edad. Es impor- tante destacar que en este modelo ni la educación ni los ingresos demuestran tener un efecto significativo sobre el índice de sintomatología depresiva. Sin embargo, en nuestros análisis se observa que, al excluir las variables subjetivas y estimar el peso del efecto de variables estructurales, la sintomatología depresiva aparece asociada con los ingresos 45 . Desde un punto de vista epidemiológico, estos resultados parecen consistentes con otros estudios chilenos e internacionales en torno a depresión 46 , señalando que condiciones sociales relativas al desempleo, al género, a la educación o al ingreso ejercen una fuerte influencia sobre la sintomatología depresiva. Esto muestra, a su vez, profunda la necesidad de investigaciones en epidemiología social orientadas a caracterizar las dimensiones que inciden sobre la experiencia de los individuos y que 45 Sobre la distribución desigual de la sintomatología depresiva, Cf. Álvaro Jiménez y Macarena Or- chard, “Chile, desigualmente deprimido”, Ciper. Diciembre 19, 2012. http://ciperchile.cl/2012/12/19/ chile-desigualmente-deprimido 46 Ver Benjamín Vicente, Robert Kohn, Pedro Rioseco, Sandra Saldivia, Christine Baker y Silverio To- rres, “Population prevalence of psychiatric disorders in Chile: 6-month and 1-month rates”. The British Journal of Psychiatry , nº 184 (2004): 299-305; Ministerio de Salud [MINSAL], Encuesta Nacional de Salud, Chile 2009-2010 (Santiago: MINSAL-PUC, 2011); V. Lorant et al., “Socioeconomic inequalities in depression: A meta-analysis”. American Journal of Epidemiology , 157, nº 2 (2003): 98-112.
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