Malestar y destinos del malestar: políticas de la desdicha vol. 1
82 – malestar y destinos del malestar Políticas de la desdicha una sensación de mayor control sobre sus proyectos vitales, cada vez más críticos y distanciados de las instituciones 35 . En síntesis, se han desarrollado explicaciones sobre las fuentes del malestar que enfatizan diferentes dimensiones de la sociedad: sean factores estructurales como la desigualdad económica o políticos como una democracia deficiente, sean compo- nentes psicosociales como una vulnerabilidad social crónica, o culturales como ciertas brechas de expectativas. Sin embargo, a partir de esta pequeña cartografía, se deduce que, al menos, no es fácil dotar de un contenido preciso a la noción de malestar que, sujeta a este juego polisémico, no sólo parece difusa sino que, además, opera al modo de un “significante vacío”, es decir, una metáfora que, vaciada de contenido especí- fico y diferenciado, puede adquirir sentidos y significaciones diversas en configura- ciones sociales o “formas de vida” particulares, según los juegos de lenguaje en uso. De hecho, el problema parece ser aún más complejo cuando, más allá de nos preguntamos por las fuentes del malestar, también lo hacemos por sus contenidos . Como hemos visto, el contenido del malestar en Chile se ha generalmente asociado a emociones como miedo, desconfianza, enojo y rabia. No obstante, en nuestros días ha emergido un nuevo eje del discurso del malestar en Chile, el cual es corola- rio de la tendencia actual a evaluar las transformaciones sociales en términos de su impacto sobre la subjetividad de los individuos. Esta nueva declinación del men- cionado discurso tiende a valerse de la epidemiología, así como del lenguaje de la salud mental, para unidimensionalmente asociar el malestar social con diferentes modos de sufrimiento psíquico, ubicando sobre un mismo plano formas diversas de sintomatología y expresiones variadas de descontento ante la sociedad. Este cada vez más frecuente tipo de interpretación se ha visto potenciada en Chile por el hecho de que muchos índices de malestar social (desconfianza en las instituciones, parti- cipación en protestas, entre otros) se han visto aumentados al mismo tiempo que ciertos indicadores de sufrimiento psíquico 36 . Pero, por esta vía, el modo de hablar 35 Harald Beyer, “Diagnósticos alternativos sobre la crisis de confianza”. Puntos de Referencia , CEP, n° 413, (2015). 36 No se puede desconocer que, por un lado, esta asociación se produce en un contexto real de tran- sición epidemiológica acelerada que hace de los problemas de salud mental una cuestión mayor en nuestro país: uno de cada tres chilenos (36%) sufre algún trastorno mental en algún momento de su vida, principalmente trastornos ansiosos y depresivos; por otro lado, una gran parte de los problemas psicológicos y psicopatológicos se encuentran intrínsecamente anudados a problemas sociales (pobreza, desigualdad, injusticia), así como a transformaciones institucionales y normativas. Ver: Benjamín Vicente et al., “Population prevalence of psychiatric disorders in Chile: 6-month and 1-month rates”. The British Journal of Psychiatry , nº184 (2004): 299-305; Richard Layte, “The asso- ciation between income inequality and mental health: Testing status anxiety, social capital, and neo- materialist explanations”. European Sociological Review , nº 0 (2011): 1-14; Richard Wilkinson y Kate Pickett, The Spirit Level. Why more equal societies almost always do better (London: Allen Lane, 2009); Naomar Almeida-Filho, “Becoming modern after all these years: social change and mental health in
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