Malestar y destinos del malestar: políticas de la desdicha vol. 1
76 – malestar y destinos del malestar Políticas de la desdicha individuos a través del cual las coacciones externas o normas sociales impuestas se transforman en restricciones interiorizadas (control pulsional, control de sí, control de la expresión emocional) 10 . No obstante, la consecuencia de un exceso de autocon- trol sería la producción de un agudo sentimiento de angustia y de malestar. Por su parte, el conjunto de diagnósticos en torno a una “post” o “hiper” moder- nidad representa otra forma de este argumento. Dichos diagnósticos adquieren el siguiente tono: en el contexto de nuevas formas de organización del trabajo y del Es- tado, los problemas sociales se privatizan y desplazan a otras esferas de la vida hasta el punto de transformarse en disposiciones psíquicas (insuficiencia personal, senti- mientos de culpa, miedos, incertidumbre, compulsiones, adicciones, hedonismos) 11 . Un antecedente de este tipo de diagnóstico son los trabajos de Richard Sennett y de Cristopher Lash a propósito de la “cultura del malestar narcisista” desarrollados hacia fines de los años 70’ en Estados Unidos 12 . De este modo, ciertas figuras de individuo patológico y ciertas formas de sufrimiento psíquico (“patologías del vacío interior”) son ofrecidas como prueba de un malestar social en el seno de una socie- dad que vive profundas transformaciones, tales como el declive de lo público o la multiplicación de las posibilidades de consumo. En síntesis, ya sea que se entienda el malestar como una experiencia coyuntural (producto de fenómenos sociales contingentes) o estructural (algo inherente al lazo social), ya sea que se le conciba como un fenómeno ligado a procesos de moderniza- ción, racionalización o individualización, la teoría social contemporánea ha producido diagnósticos que asocian el malestar social a una experiencia individual de sufrimiento . Así, en la misma medida en que crece la tendencia a evaluar las transformaciones sociales en términos de su impacto sobre la subjetividad individual, de igual modo el malestar resulta cada vez más descrito a través de nociones tales como “sufrimiento social”, “sufrimiento psíquico” o “patología social” 13 . Con ello, múltiples problemas, conflictos o inquietudes se redefinen mediante las expresiones de malestar o sufri- miento , componiendo una gramática de la vulnerabilidad individual en donde el sufrimiento psíquico designa una manera particular de sufrir por lo social . Para Alain Eherenberg, esta nueva gramática lejos de ser el simple resultado de una “psicologización” de las relaciones sociales, ni la mera constatación de una so- 10 Norbert Elias, Au-delà de Freud. Sociologie, psychologie, psychanalyse (Paris: La Découverte, 2010). 11 Cf. Zygmunt Bauman, Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias (Barcelona: Paidós Ibérica, 2005) ; Gilles Lipovetsky, Los tiempos hipermodernos (Barcelona: Anagrama, 2006). 12 Richard Sennett, El declive del hombre público (Barcelona: Anagrama, 2011); Christopher Lasch, La cultura del narcisismo (Barcelona: Andrés Bello, 1999). 13 Cf. Arthur Kleinman, Veena Das and M. Lock (eds.), Social Suffering (Berkeley: University of California Press, 1997); Christophe Dejours, Souffrance en France. La banalisation de l’injustice sociale (Paris: Seuil, 2009); Didier Fassin, “Et la souffrance devint sociale. De l’anthropologie médicale à une anthropolo- gie des afflictions”. Critique, nº 680-681 (2004): 16-29.
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