Malestar y destinos del malestar: políticas de la desdicha vol. 1

El individualismo y sus malestares / Alain Ehrenberg – 63 sólo de la indicación de que hay, por ejemplo, algo que anda mal en tal o cual em- presa y que se deben tomar medidas de gestión (primer uso). Se trata, también, de indicar un deterioro general en el ambiente de trabajo, una crisis lo suficientemente significativa como para requerir algún tipo de reforma o de intervención social o política general (segundo uso). Esta combinación de mal social y moral, enfermedad y desgracia es, pues, la cla- ve que ha llevado a una transformación del tema freudiano tradicional de “malestar” en la cultura o civilización a una visión centrada en patologías contemporáneas de la sociedad individualista-democrática, así como a las cuestiones políticas y morales relativas a los valores humanos de nuestro orden social 19 . De este modo, los asuntos de salud mental se han transformado en una cuestión central para la filosofía política y la antropología de las sociedades democráticas, cuyo núcleo de preocupación es la fuerza de la cohesión social. La conversión del tema freudiano en una pregunta de filosofía política se produjo sobre la base de las patologías narcisistas, las cuales se convirtieron en la base para un cuestionamiento de los modos de “vivir juntos” [ vivre-ensemble ] en la década de 1970. Individualismo y narcisismo: una propuesta para cambios metodo- lógicos En la década de 1970 se sugirió que el “hombre público” había declinado en be- neficio del individuo privado. La idea era que la sociedad había sido tomada por seres individuales y que los lazos sociales estaban perdiendo fuerza. Esta noción de decadencia parecía especialmente evidente en una clase de patologías señaladas por los psicoanalistas británicos y estadounidenses desde la década de 1940: las perso- nalidades narcisistas y los estados fronterizos ( borderlines ). Estas neurosis –o más exactamente, trastornos del carácter– fueron caracterizadas por una desorganiza- ción de la personalidad que no se encontraba en las clásicas “neurosis de transfe- rencia” (histeria, obsesión, fobia) y por la pérdida de la centralidad del conflicto psíquico. Autoestima dañada y alteraciones de la personalidad son las características principales de estos trastornos, que los psicoanalistas consideran característicos de la mayoría de los pacientes contemporáneos, ya sea en la práctica privada o en contex- tos hospitalarios. Gran parte de la psicopatología contemporánea está estructurada en torno a estas ideas. Sobre la base de este tipo de patologías, dos teóricos sociales norteamericanos, 19 Freud, por cierto, fue cauto sobre la aplicación de los conceptos de la psicopatología en el plano social; reconoció la falta de criterios claros para hablar de patología colectiva. Cf. Sigmund Freud, “El malestar en la cultura”, en Obras Completas , vol. 21 (1930[1929]; Buenos Aires: Amorrortu, 1992), 57-141.

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