Malestar y destinos del malestar: políticas de la desdicha vol. 1

Malestar en Chile, política sanitaria y psicoanálisis / Gonzalo Miranda – 45 del todo freudianos–, podemos contraponer el organismo al sujeto: mientras el or- ganismo tiene necesidades, el sujeto desea. No es lo mismo comprender al individuo de la especie humana como un organismo que entenderlo como un sujeto. Ese es el supuesto básico de todo verdadero humanismo y sabemos que si bien el psicoanálisis se sitúa en la vereda opuesta al humanismo –pues subvierte al sujeto en tanto auto- conciencia, en tanto voluntad, en tanto yo–, en el siglo xxi parece haberle prestado una mano al humanismo en la operación de recuperación del sujeto. Por lo demás, este es el problema del psicoanálisis con el socialismo. El sujeto liberal podrá ser una fantasía obsesiva, pero el sujeto-organismo también representa una fantasía. Marx pudo haber tenido intuiciones brillantes, pero hay que recordar que quería dedicar El Capital a Darwin. Después de todo, las economías capitalistas y socialistas están ambas atravesadas por el utilitarismo, mientras que el imaginario político que nos hereda el socialismo (el “progresismo”) parece bastante modesto. No soy filósofo, y no tengo claro cómo se pasa de Hobbes al utilitarismo con- temporáneo. Supongo que es a partir del empeño por hacer de la ética una ciencia positiva, la cual culmina en una psicología donde la noción de salud mental queda confundida con la eficacia en el cálculo entre expectativas de placer y evitación del displacer, y luego con la orientación hacia la satisfacción de necesidades. Es curioso, porque en muchos pasajes de la obra de Freud podríamos reconocer a un hobbesia- no. Sin embargo, el pacto social freudiano, la ley, es fundamentalmente político y se reproduce al interior del sujeto como la tensión entre el yo y el superyó. Vale la pena recordar los pasajes de El malestar en la cultura , donde Freud considera ingenua la solución comunista y, al mismo tiempo, alcanza a mostrar su pesimismo frente al recurso a la masa en las sociedades occidentales, haciendo una alusión directa a la cultura de los Estados Unidos 26 . Por alguna razón, el pacto social utilitarista deri- va hacia algo mecánico que resulta de la acción racional de sujetos maximizadores, adquiriendo así un cierto matiz utópico: la mano invisible. Marxismo y capitalismo comparten la añoranza de integración armónica del individuo con el todo social, la coincidencia entre los intereses individuales y el bien común. Sin embargo, para el psicoanálisis aquella armonía sólo se produce de manera ilusoria en la “miseria psicológica de la masa” 27 . El sujeto del deseo, el ser-hablante, es por definición una disarmonía. Freud es judío, sabe que fuimos expulsados del Paraíso y que eso nos hizo humanos. En consecuencia, desconfía de los intentos de retorno. Dicho de otra manera, lo que nos hace humanos es la desobediencia con respecto al Otro o, para ponerlo en términos psicoanalíticos, es la resistencia: el sujeto es resistencia. La con- dición humana es, en tal sentido, paradójica. Apremiado por Ananké , el hombre se 26 Cf. Freud, “El malestar”, 112. 27 Ibíd, 112.

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