Malestar y destinos del malestar: políticas de la desdicha vol. 1
204 – malestar y destinos del malestar Políticas de la desdicha formalmente des-racializado, le toca a aquella dimensión de intraducibilidad – es decir, al factor sustractivo – que vehiculaba la raza, en cuanto límite corporal – y, por lo tanto, material – a la común circulación de los enunciados y las argumentacio- nes políticas. Proponemos, entonces, como una segunda hipótesis de trabajo, la idea de que la recurrente caracterización del contenido de estas diferencias, vueltas ahora culturales bajo la enigmática figura de lo espiritual, tiene que ver justamente con una reformulación del límite que le oponía la materia a dicha circulación horizontal de los enunciados. En su texto “‹Atópicos›, ‹etc.› e ‹indios espirituales›”, Patricio Marchant rozaba este problema cuando aseguraba que la noción de raza legible en Gabriela Mistral no refería a una categoría biológica –y, por lo tanto, objetiva y sustancial–, sino que a la raza como otro nombre de la escritura, la que sabemos es para él otro nombre de la diferencia. Raza insustancial entonces, la cual interrumpía y chingaba las pretensiones omnitraductivas de las lenguas del Espíritu (con mayúscula), len- guas de la filosofía europea y del Espíritu singular, hegeliano. De ahí la proposición de una comunicación distinta a aquella de la trasparente y universal comunidad Humana. Se trataría, por el contrario, de la comunidad de unas comunidades en traducción, de unas comunidades comunicadas por la incomunicable diferencia de unas razas 16. Denostaba así la posibilidad de unos indios espirituales, es decir, de unos indios recuperables para la comunidad de naciones con espíritu o, en otras palabras, de naciones provistas de territorio y mezcla de sangres, al mismo tiempo que desprovistas de lengua sagrada 17 . Sin entrar en la necesaria discusión de este texto (y, por ejemplo, de la compli- cada noción del “antes” que introduce como condición de estas diferencias), puede ser útil leer la actual condición monumental de los pueblos indígenas, tal como la hemos presentado, remitiéndonos a la figura de los indios espirituales. Y lo notable es que, en este caso, la dimensión espiritual de la categoría indígena contemporánea, si bien reafirma –como vimos– el postulado espiritual (en el sentido de Marchant) de una comunidad humana definida por cierta universalidad, en la doble operación sustractiva implicada por el valor de antigüedad (sustracción del sujeto moderno y sustracción de la ruina como sujeto), ella también rescata a su manera y a su mane- ra traduce la intraductibilidad, rentabilizándola en el actual mercado de los bienes culturales. Rescate del intraducible análogo –como veremos– al rescate de lo in- significante por el estructuralismo, cuando éste último quiso dar cuenta de aquel límite a la significación que implicaba la figura del fetiche. Y aquí cabe aclarar que 16 Patricio Marchant, “‘Atópicos’, ‘etc.’ e ‘indios espirituales’”, en Escritura y temblor (1989; Santiago: Cuarto Propio, 2000), 381. 17 Ibíd., 405-406.
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