Malestar y destinos del malestar: políticas de la desdicha vol. 1
200 – malestar y destinos del malestar Políticas de la desdicha sus primeras formulaciones en las tesis levantadas por Lévi-Strauss en el contexto de desracialización de los discursos político-científicos, la cual este mismo organismo fomentó tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, aunque lo hizo de forma ambiva- lente, oscilando entre un optimismo humanista y un pesimismo misantrópico. Optimismo para anunciar el año 1956 (en una carta dirigida al Primer Congreso de Escritores y Artistas Negros) el advenimiento, “después del humanismo aristo- crático del renacimiento” y “del humanismo burgués del siglo xix”, de un humanis- mo finalmente democrático, en el cual “todas las sociedades humanas merecerán un espacio y no sólo algunas de ellas”. Humanismo doblemente demócrata, tanto por la humildad de las sociedades consideradas como por la unanimidad de sus conte- nidos: “estas civilizaciones […] casi no han tenido documentos escritos y algunas se dedicaron sólo a formas perecederas del monumento. A falta de estas producciones llamadas nobles, uno debe, para conocerlas, ceñirse con igual pasión y respeto, a las formas ‘populares’ de la cultura: aquellas compartidas por todos los miembros de la sociedad” 7 . De esta manera, se transita del indígena como ejemplar de una raza al indígena como representante de un patrimonio inmaterial y colectivo. Pero, al mismo tiempo, pesimismo de constatar la casi inexorable desaparición de estos patrimonios bajo el peso de la homogenización cultural mundial, en tanto proceso paralelo al de la destrucción de las especies vegetales y animales bajo el peso de la explosión demográfica y del desarrollo industrial. Invirtiendo el optimismo evolucionista decimonónico, Lévi-Strauss termina deplorando este proceso con la resignación melancólica de quien ve el avance de la historia no como el despliegue de un orden siempre más perfecto y más complejo, sino como manifestación del irremediable principio de la entropía, el cual todo condena a la inercia y al desorden del basural: Desde que comenzó a respirar y a alimentarse hasta la invención de los armamentos atómicos y termonucleares, pasando por el descubrimiento del fuego […], el hom- bre no ha hecho otra cosa que disociar alegremente millones de estructuras para reducirlas a un estado en que ya no son más susceptibles de integración 8 . En otras palabras, melancolía de ver desaparecer lo singular en lo general. En un contexto donde la raza, como dispositivo científico y político de ordena- ción y gestión de las diferencias humanas, ha dado lugar a nociones como las de etnia o cultura, la persistencia de esta constatación de la desaparición se relaciona con la imposibilidad de contar con un objeto acabado – como era el cuerpo racializado – 7 Claude Lévi-Strauss, “Lettre au I Congrès d’artistes et écrivains noirs”. Présence Africaine 8-9-10 (1956): 384-385. 8 Claude Lévi-Strauss, Tristes tropiques (1955; Paris: Presses pocket, 2001), 496. [La traducción es nuestra].
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