Malestar y destinos del malestar: políticas de la desdicha vol. 1

174 – malestar y destinos del malestar Políticas de la desdicha “ snuff movies ” en cuales eran salvajemente violados y, finalmente, asesinados 16 . Otras formas de ubicación de la perversión en el lazo social, su producción social y cultural Sin embargo, desde otra lógica, el sujeto perverso puede ocupar un lugar en el lazo social y tener efectos, incluso, relevantes en una dimensión diversa a aquella de la psicopatología. En efecto, más allá de la perversión considerada respecto de su singular lugar en la movilización del malestar al interior de la cultura, también está la cuestión de su eventual contribución social cuando ella es estimada en el plano de sus posibles destinos en la cultura. En primer lugar, se trata de la posi- ción de la perversión respecto del funcionamiento de la ley que, particularmente en virtud del lugar de la pedofilia contemporánea, introduce la enunciación de denuncia del Otro que goza impunemente, del Otro abusivo real o fantaseado que opera en diversos discursos, incluyendo el capitalista, y que pone en posición de objeto a las subjetividades epocales. En segundo lugar, se trata también de la perversión en sus efectos a nivel de la producción cultural y artística realizada por diversos sujetos que, reconocidos como pedófilos o efebófilos, han a través de ella contribuido a la sociedad. Algunos artistas y escritores, como Lewis Caroll, Pier Paolo Pasolini o André Gide, pueden ser considerados entre otros. A este respec- to, Elisabeth Roudinesco pertinentemente señala: En cada cultura existen divisiones coherentes –prohibición del incesto, delimita- ción de la locura, designación de lo monstruoso o de lo anormal– y la perversión tiene, naturalmente, su lugar en esta combinatoria. Sin embargo, por su estatuto psíquico que reenvía a la esencia de una división, ella es igualmente una necesidad social. Ella preserva la norma asegurando a la especie humana la permanencia de sus placeres y de sus transgresiones. ¿Qué haríamos sin Sade, Mishima, Jean Ge- net. Pasolini, Hitchcock y otros más, quienes nos han entregado las obras más refinadas que tenemos? ¿Qué haríamos si no pudiéramos designarlos más que como chivos expiatorios – es decir perversos – aquellos que aceptan traducir en sus actos extraños las tendencias inconfesables que nos habitan y que nosotros reprimimos? 17 . En este punto, existe una particularidad del psicoanálisis que, en su homenaje a Lewis Caroll, Lacan sostiene al indicar el lugar de la obra capaz de alcanzar al ser humano y la inconducencia de proceder a un psicoanálisis del autor para explicar la obra o la participación del objeto de la pulsión en ella. Concluyo, entonces, con las 16 Cf. André, “La significación”. 17 Roudinesco, La part , 15.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=