Malestar y destinos del malestar: políticas de la desdicha vol. 1

Pedofilia y lazo social / Alejandro Reinoso – 169 Perversión pedófila y su relación con el Otro Elementos centrales de la perversión La perversión da cuenta de la primacía del falo, pero fijando su goce a un objeto ima- ginario emplazado en el lugar de la función fálica simbólica, aquella que se organiza bajo la castración inscrita en el mismo registro y otorga cartas de ciudadanía al deseo y a la falta en la neurosis. En “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”, Lacan señala que “todo el problema de las perversiones consiste en concebir cómo el niño, en su relación con la madre […] se identifica con el objeto imaginario de ese deseo [el de la madre] en cuanto que la madre misma lo simboliza en el falo” 4 . Dos elementos psíquicos se sostienen contradictoriamente, entonces, en los sujetos perversos. El primero concierne aquello de lo cual el sujeto acusa recibo respecto de la falta de la madre y, por ende, del lazo deseante de ésta con el padre. El segundo, por su parte, guarda relación con la recusación de aquella falta, lo cual mantiene intacto el fantasma de una madre no castrada. Recusar quiere aquí decir no querer admitir o no resignarse a aceptar algo, mientras que, en términos jurí- dicos, significa poner tacha legítima al juez, al oficial, al perito que con carácter público interviene en un procedimiento o juicio, para que no actúe en él 5 . En esta antinomia, el sujeto se encuentra detenido y recurre a un movimiento muy preciso, consistente en proveer a la madre del objeto faltante, a saber, el falo. Es justamente en este espacio donde el perverso goza. El mecanismo de la renegación de la castra- ción se produce, en el perverso, sobre el plano del deseo de la madre por el padre. Es, por cierto, una modalidad de abordar el horror a la castración. Pero, ¿por qué el horror ante la castración? Porque en tanto toma nota de la castración de la ma- dre, al mismo tiempo da cuenta de la incidencia simbólica del padre sobre el deseo de la madre y, por consiguiente, incluye esta lógica pese a no aceptarla e intentar obturarla mediante su oferta de falo al Otro materno. Esto mantiene, lógicamente hablando, el horror aunque con su consecuente desmentida. Así, la madre preserva su omnipotencia, mientras el sujeto sabe sobre esta completitud materna y sobre aquello que recubre el deseo de ella. El sujeto perverso puede, eventualmente, presentarse como alguien capaz de revelar la verdad del goce al no-perverso. De este modo, si el sujeto neurótico bus- ca, por la vía del deseo, el objeto perdido debido a su incertidumbre respecto de la gratificación sexual, el sujeto perverso, en cambio, ha encontrado el objeto y tie- ne certidumbre sobre el modo de obtener su gratificación sexual. A veces, cuando 4 Jacques Lacan, “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis” en Escritos , vol.2 (Buenos Aires: Siglo XXI, 1982), 531. 5 Real Academia Española, s.v., “recusar”, http://dle.rae.es/?id=VXnB5Q2.

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