Malestar y destinos del malestar: políticas de la desdicha vol. 1
168 – malestar y destinos del malestar Políticas de la desdicha sino que sobre todo reproduce la composición de una serie de representa- ción de figuras de alteridad ominosa. 6.- La pregnancia de la pedofilia en el interés público parece tener un efecto de “velo” para otros discursos y prácticas perversas en el lazo social, así como en otros campos de la vida humana, tanto en la economía, el sistema finan- ciero y la esfera política como en diversas otras dimensiones concernientes a la experiencia íntima. En efecto, sobre el plano de la economía del mercado financiero, existen ciertas formas de lazo que, teniendo efectos de mortifi- cación en ciudadanos, clientes y consumidores, se sirven de la especulación y de la comercialización de objetos de goce en circulación. Esta variante económica del lazo perverso y sus mecanismos tienden a velados por el mencionado discurso donde lo apenas sucedido en el plano financiero es considerado una debilidad o una dificultad puntual y no un problema del sistema mismo. En esa línea se acusará a Bernard Madoff o a quizás quién otro de personalidad psicopática y de trastorno de personalidad, del mismo modo en que se denunciará la inserción de sujetos perversos como operado- res en el sistema financiero. Pero de acuerdo a este discurso, lo perverso no está en el sistema ni sus aparatos de control, sino más bien en las prácticas de sujetos perversos que abusan. Por cierto, personas como el mismo Madock han fuertemente contribuido a ello pues, sólo a modo de ejemplo, cuando se interrogó a este último por los efectos de sus movimientos financieros en las personas afectadas, simplemente espetó que ellos eran los idiotas res- ponsables de haberse dejado tan fácilmente estafar. En el campo político sucede exactamente lo mismo, la represión discursiva se orienta a olvidar las relaciones entre dinero y política, mientras que, más clásicamente, también se desatienden las transgresiones a los derechos de las personas, las vejacio- nes subjetivas y las torturas a los cuerpos, incluyendo los abusos sexuales y las violaciones que, por cierto, son evidentes en dictaduras, guerras y perío- dos de conflicto social, pero que también resultan cubiertas con un tupido velo en democracia. 7.- En suma, el significante “pedofilia” es utilizado en modo amplio y, a la vez, asociado aunque con matices a la perversión pedófila, además de ser esen- cialmente referido a usos sociales de corte sociopático en homologación a las nociones de psicopatía y de narcisismo maligno. Para efectos de esta reflexión resulta necesario abordar la versión perversa de la pedofilia, excluyendo por motivos de espacio la reflexión sobre la aparición de casos de abuso sexual en otras estructuras clínicas.
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