Malestar y destinos del malestar: políticas de la desdicha vol. 1

160 – malestar y destinos del malestar Políticas de la desdicha Se dice que, en materia de moda, las mujeres son las más grandes consumido- ras de falsificaciones, lo cual, como lo veremos, no objeta la tesis precedente 19 . No obstante, en la teoría freudiana no hay ninguna razón para que las mujeres sean fe- tichistas como los hombres: muy pronto, ellas perciben que no tienen el órgano masculino, y, más realistas que sus hermanos, cesan de creer en el falo de la madre (mientras que los niños deben proteger narcisísticamente su órgano). Sin embargo, desde 1909 Freud calificó de “fetichismo femenino” la relación de las mujeres con la moda: “la experiencia cotidiana nos demuestra […] todos los días que la mitad de la humanidad puede ser considerada entre los fetichistas de la vestimenta […]. El fetichismo de la ropa, normal en las mujeres, está ligado [también] a la pulsión pasiva de ver, a la pulsión de desnudarse”, escribe Freud a Abraham 20 . “Nuevamente se trata de la represión de la misma pulsión que, esta vez, se presenta bajo su forma pasiva: hacerse ver, pulsión que es reprimida por medio de la vestimenta. Es la ra- zón por la cual la ropa es elevada, luego, al rango de fetiche”. Fetichismo femenino normal de masa, entonces; exhibicionismo femenino que respondería al voyeurismo masculino: el exhibicionismo sería parcialmente reprimido gracias a la vestimenta, la cual será idealizada, incluso fetichizada. De ahí la pasión femenina, a veces inmo- derada, por los ropajes y los “accesorios”, como se dice en las tiendas. Freud tiene, por lo tanto, la idea de una pulsión escópica pasiva que se declinaría en la voz media: hacerse ver . La misma ambigüedad existiría, entonces, en la mujer y en el travesti: la de darse a ver (como fálica) 21 . Se encuentra aquí la idea lacaniana de la mascarada femenina, según la cual el parecer se sustituye al ser en la mujer 22 . Incluso si ella no agota la cues- tión de las relaciones de lo femenino con la moda, esta similitud de la posición feme- 19 Monot, La guerre. 20 Sigmund Freud and Karl Abraham, Correspondance (1907-1926; Paris: Gallimard, 2009), 78-79. 21 Freud, en 1909: “Comprendemos, entonces, por qué incluso las mujeres más inteligentes se compor- tan sin defensa frente a las exigencias de la moda. Es que, para ellas, las vestimentas toman el lugar de partes del cuerpo, mientras que portar las mismas ropas (que las otras mujeres) sólo significa que son capaces de mostrar lo que las otras mujeres están en condición de mostrar, es decir que se puede encontrar en ellas todo lo que se puede esperar de las mujeres, una garantía que la mujer sólo puede dar bajo esta forma”. Cf. Rose, “Freud and Fetishism”, 147-166. Las minutas 70, del 24 de febrero de 1909, habían desaparecido de la serie, la cual había sido publicada sin ellas, pero se las reencontró en 1988 en el fondo Otto Rank de la Columbia University. En otro lugar, discutí la relación entre el fetichismo femenino, la moda y la feminidad, particularmente en función de los puntos de vista, opuestos en esta cuestión, de Freud y de Lacan. Cf. Geneviève Morel, “Filles fétiches, femmes fétichistes”, Savoirs et clinique 10, nº 1 (2009): 11-22. 22 Jacques Lacan, “La significación del falo”, en Escritos, vol.2 (1958; Buenos Aires: Paidós 2009): 665- 675. “Por muy paradójico que pueda parecer esta formulación, decimos que es para ser el falo, es decir el significante del deseo del Otro, para lo que la mujer va a rechazar una parte esencial de la fe- minidad, concretamente todos sus atributos en la mascarada. Es por lo que no es por lo que pretende ser deseada al mismo tiempo que amada”. (Ibíd., 674).

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