Malestar y destinos del malestar: políticas de la desdicha vol. 1

Camille o los tiempos de entrada / Pablo Cabrera – 147 los procesos subjetivos, cobra particular sentido la advertencia de Freud respecto de atender al “yo” como lugar y condición del análisis. “Durante el tratamiento, nues- tro empeño terapéutico oscila en continuo péndulo entre un pequeño fragmento de análisis del ello y otro de análisis del yo” 19 , toda vez que las resistencias lo son “[…] no sólo contra el hacer conscientes los contenidos del ello, sino también contra el análisis en general, y por ende contra la curación” 20 . No hay que olvidar que, en sus orígenes, el yo se encuentra íntimamente ligado al otro, debido tanto al desamparo en que la cría humana llega al mundo – hilflosigkeit – como a la sobrevivencia (del cuerpo y de la insuficiente vida psíquica) que aquel debe posibilitar para el ingreso del bebé en el territorio de la cosa infantil . Ahora bien, en la tradición psicoanalítica podemos encontrar varias indagacio- nes sobre lo anterior, elaboradas no sin haber desatado importantes polémicas. En tal sentido, la discusión Freud-Ferenczi pone en continuidad hasta nuestros días, al menos en lo que inaugura y nos permite pensar, la discusión respecto a lo que, para ocupar un término de Adorno 21 , llamaría una constelación de lo traumático . Dicha constelación organiza un nudo gordiano entre la vivencia del trauma, el lugar del otro en la estructura de la vivencia y la discusión respecto de la técnica psicoana- lítica, específicamente en aquello que debe tener lugar a nivel transferencial y que no necesariamente está referido a la repetición en acto de vivencias reprimidas. La ruptura psíquica del infante, que Ferenczi nombra como confusión de lenguas, da- ñaría la confianza en el otro y en sí mismo, debiendo encontrar una traducción a nivel transferencial 22 no sólo en la repetición sino, también, en aquello que hay que restituir y saldar en transferencia. Lo que me interesa enfatizar, antes que la especificidad del abuso en la clave ferencziana y sus supuestos, es la introducción del otro en la estructura de la vivencia traumática, tanto a nivel del agente del trauma y del sujeto traumatizado, como en el plano del testigo que deja sin efecto una sanción y daña un sostén simbolizante. Ellos representan tres lugares de interpelación ante los cuales el analista tendrá que responder para saldarlos de algún modo. En el desarrollo de nuestro saber, esa “falla y exceso del otro”, sus consecuencias subjetivas y aquellas tres voces interpelantes, se reiteran en la fisura de los sostenes subjetivos del continente, de la piel, de lo originario, del Otro 23 . Este mismo sentido, 19 Freud, “Análisis terminable”, 240. 20 Ibíd, 241. 21 Cf. Utilización del concepto de “constelación” en Theodor Adorno, Dialectica negativa. La jerga de la autenticidad (1970; Madrid: Akal, 2005), 155-158. 22 Sándor Ferenzci, “Confusión de lenguas entre el adulto y el niño”, en Obras Completas de Sándor Feren- czi , vol. 4 (1932; Madrid: Espasa-Calpe, 1984), 139-163. 23 Estas claves las encontramos en las distintas investigaciones psicoanalíticas realizadas por Winnico- tt, Bion, Anzieu, Lacan, Mannoni y Aulagnier, entre otros.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=