Malestar y destinos del malestar: políticas de la desdicha vol. 1

146 – malestar y destinos del malestar Políticas de la desdicha efecto, que será parte de la formación delirante, de la elección fetichista, en muchos casos del paso al acto y del suicidio, cuando no de los llamados muertos en vida y sus miradas de las mil yardas, absortas, mudas y opacas, descritas por Walter Benjamin a propósito de la disolución de la experiencia en los sobrevivientes de la guerra 15 . En cada uno de estos casos, los traumatismos traslucen un destino trágico de la re- petición, así como la operación de la desmentida y de la escisión que, a diferencia de la spaltung introducida por Bleuler en psiquiatría, implica una fractura del lazo entre el sujeto y algo de la realidad, poniendo al mismo tiempo en curso particulares destinos pulsionales en función de los efectos resultantes sobre la misma trama del pensamiento elaborativo. Esas desgarraduras del yo, las cuales alterarán su lazo a lo real y a lo fantasmático, podrán ser encontradas en las operaciones de la desmentida y la denegación , propias de la perversión y de la psicosis, aunque no les están reservadas a ellas de manera exclusiva. En efecto, ellas nos muestran las operaciones subjetivas de verdaderos des- tinos de lo real y de la pulsión, a los cuales se verá arrastrado el sujeto en contextos extremos 16 , alterando a veces, y de manera decisiva, las posibilidades de pensamiento y de evocación, de sentimiento y de juicio, de apuntalamiento y de sublimación, de goce y de trabajo 17 . Desgarraduras del yo, por tanto, en un registro del yo en cuanto instancia, pero también en su condición de borde del aparato, de superficie y de posibilidad de intercambio, relación y articulación tópica con el ello, el superyó y la realidad 18 . Hechos estos énfasis, tanto frente a lo traumático como ante los desgarros de 15 Walter Benjamin, Experiencia y pobreza (Barcelona; Península: 2001). 16 Sigmund Freud, “La escisión del yo en el proceso defensivo”, en Obras Completas, vol. 23 (1940; Bue- nos Aires: Amorrotu, 2010), 271-278. 17 Encontramos una relación directa entre esto y una parte de la discusión contemporánea, si seguimos a Kristeva, con las llamadas nuevas enfermedades del alma, en donde habría una alteración en las vías habituales de simbolización. Cf. Julia Kristeva, Las nuevas enfermedades del alma (Madrid: Cáte- dra, 1995). 18 Lo desgarrado abarca al yo como instancia, pero también al yo en tanto pliegue y sutura entre las distintas instancias, al cual podemos nombrar como “yo originario” (siguiendo a Aulagnier), “yo- piel” (según Anzieu) u “organismo” (de acuerdo a lo indicado por Freud en “Pulsión y destinos de pulsión”). Si bien en lo “originario” no encontramos “yo”, en tanto se constituirá como acción psíquica en el autoerotismo (lo que se ha denominado narcicismo primario), sí encontraremos en cambio, sin estratificación y diferenciación tópica, el acontecimiento de procesos que ponen en curso registros de sensación , inscripciones e intentos de tramitación de estos desequilibrios del adentro-afuera, sin borde ni corte, en el estado de desamparo y de dependencia absoluta de la cría humana respecto a sus progenitores. Es por esto que Aulagnier nos indica que las condiciones mínimas para el despliege de la vida psíquica tienen por condición la violencia primaria en el encuentro del ser viviente y su cuerpo con la vida psíquica de la madre. Cf. Piera Aulagnier, La violencia de la interpretación (Buenos Aires: Amorrortu, 1997); Didier Anzieu, El yo-piel (Madrid: Biblioteca Nueva, 2003); Sigmund Freud, “Pulsiones y destinos de pulsión” en Obras completas de Sigmund Freud , vol. 14 (1915; Buenos Aires: Amorrortu, 1992), 105-134.

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