Malestar y destinos del malestar: políticas de la desdicha vol. 1

Camille o los tiempos de entrada / Pablo Cabrera – 143 que le preste oído. Alguien que, en la diferencia, está fuera de esa escena, de ese lazo que inunda el presente. Alguien que puede, tal vez, escuchar y decir, en lugar de mirar, tal como comprenderemos que le ocurrirá a ella y a mí. El hombre borroso es mi abuelo materno. Murió cuando yo tenía 15 […] lo atrope- llaron […] abusó de mí reiteradas veces desde que yo tenía seis años. Nunca lo pude hablar con nadie […] no me atreví. (Está conmovida). Cuando murió me saqué un peso de encima . Pensé que ya no tenía este problema, pero cada cierto tiempo vuelven esos recuerdos […] la culpa, la vergüenza, la rabia […]. Me entero que este abuelo era muy cercano a todos los nietos y nietas de la fami- lia. Él se integraba con facilidad en los juegos infantiles, generando fascinación en los pequeños. Muchas veces se quedó al cuidado de Camille. En ocasiones la iba a buscar o a dejar al colegio. En esos espacios a solas, el abuelo en repetidas ocasiones llevó a cabo el abuso. De todos sus recuerdos tiene registro nítido de dos de ellos, los cuales han quedado petrificados en el tiempo y se reiteraban hasta aquellos días. Eran recuerdos de hielo, registrados al modo de fragmentos de fotos. Camille nos cuenta que detuvo los abusos de manera muy abrupta a los diez años. Era un momento preciso y cargado de intensidad. Se enteró del significado de un abuso sexual por medio de sus amigas. Ellas contaron con horror e interés una historia de abuso de otra niña; hablaron de denuncias y juicios, de familias destrui- das, del sufrimiento de esa niña, sancionaron angustiadas . Camille escuchó atenta y significó así el abuso realizado por su abuelo. “Me bajó una sensación de espanto, de miedo, de mucho miedo […] no sé, de culpa, de vergüenza. ¡Esto no puede ocurrir nunca más! ¡Nunca más! ¡Nunca más!”. Esto implicó, de un lado, la detención del abuso pero, a su vez, inauguró un silencio sumamente torturante de experiencias in- nombrables que regresaban y se volvían a presentar . Hasta aquí había transcurrido casi un año de trabajo, de los cuatro que durará este análisis. Estos distintos giros, que hoy intento mostrar subrayando algunos de sus hitos, permitieron a Camille ocupar de otro modo el espacio analítico. A partir de ahí entraríamos en otros pasajes del análisis. Ya habíamos atravesado unos tiempos de entrada. Reflexiones tentativas En estos fragmentos propongo como eje temático los tiempos de entrada en el aná- lisis, su íntima relación con la resistencia y, sobre todo, con su dimensión creativa, productiva, si se quiere. Tiempos de entrada no sólo a lo reprimido, sino también a vivencias que nos hacen pensar en lo que agrega la vivencia real del trauma, en el caso del abuso sexual, la desmentida y el lugar del otro. Sabemos que el análisis trabaja deconstruyendo los materiales de la historia del

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