Malestar y destinos del malestar: políticas de la desdicha vol. 1
Camille o los tiempos de entrada / Pablo Cabrera – 141 sensación de pena y vergüenza, subo una escalera, paso una puerta y doblo, entro a otra pieza… y luego despierto… Yo subrayo la omisión y le digo: –“…sube una escalera y hay otra puerta ” ¿Otra puerta? –Sí… arriba hay una puerta (silencio)… en esa puerta hay una sombra quieta, yo doblo y me dirijo a la otra pieza. Me resulta extremadamente llamativa esa sombra. Es una figura opaca, la cual está en una puerta y genera un desvío, un movimiento que el relato capta en la reconsti- tución de escena. Más aún, esta sombra ha sido omitida y capturada a posteriori en la reconstrucción de este eslabón de pensamiento. –¡Hábleme de esa sombra! –Es un hombre (la escucho angustiada). –¿De qué edad? –De unos cincuenta años… (hace un silencio). –(Le pregunto de manera muy directa) ¿Quién es? Hace un silencio de varios minutos. Con una voz muy apesadumbrada escucho que dice: “No estoy preparada para hablar de esto todavía (silencio)”. Era una voz realmente apesadumbrada, que nunca había escuchado de ella. –Está bien… Hablará de esto cuando esté preparada. Pero reconozcamos que está acá por eso que no puede nombrar. –(Silencio). Me armo la convicción de que hay algo ominoso en esa silueta borrosa. Esa sombra es la de un hombre, al menos en primera instancia. Camille sabe perfectamente quién es y qué tiene que ver con su vida, pero no lo puede nombrar. Está en silencio . Me transmite algo extremadamente delicado, insoslayable. En lo que sigue del análisis esto provocará un nuevo giro. Le he autorizado a que decida cuándo hablar, lo que generará efectos en varias direcciones. Entre ellos, se generará un pacto de silencio conmigo y, con esto, la posibilidad de volver a armar , por decirlo de algún modo, un espacio de elaboración . El impasse , el matiz perverso y el apuntalamiento de un marco Con la autorización de silenciar un fragmento, Camille nuevamente hace un giro que erotizará el lazo transferencial, aunque esta vez agrega un matiz perverso, extra- ño, in crecendo . Es una época en que ha incorporado en las asociaciones sus propios fantasmas. Entre ellos hay uno decisivo, sobre el cual trabajaremos en varias oca- siones. Comento acá sólo uno de sus pliegues. Fantasea que, en el ascensor de su
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