Malestar y destinos del malestar: políticas de la desdicha vol. 1

Dolores de Morir / Dominique Cupa – 133 una “enérgica desmentida { Dementierung } del poder de la muerte”… y es probable que el alma “inmortal” fuera el primer doble del cuerpo” 12 . La empatía se revela, durante estas situaciones, en su dimensión de “afectos compartidos” 13 , de “afinación afectiva” 14 . Nuestra actitud interna se vuelve escucha del movimiento, del ritmo, del tempo , del matiz de voz, toda vez que sólo a ellos les da aviso la proximidad de la muerte. En aquel fondo turbado, conmocionado, agotado, inestable de los senti- mientos, más que nunca la sonoridad de nuestra voz, de nuestro tono, la métrica de nuestras palabras, la calidad de nuestros silencios, la tensión o profundidad de nuestra escucha, organizan sobre este punto la dimensión sensorial del encuadre analítico. El lenguaje, siendo cada vez menos el organizador del intercambio en la transferencia en y por el aparato de la palabra, se substituye progresivamente por otra forma de transferencia: la transferencia en y para las interacciones afectivas y de comportamiento: una transferencia al objeto de ternura. Por lo demás, sea cual sea la problemática subyacente, el dolor sentido y dado a sentir toma lugar en los sentimientos contra-transferenciales, en paralelo a la repe- tición de antiguas cicatrices reactivadas y como testigo de lo transferido, albergan- do un dolor aceptable/inaceptable para nosotros. Estamos ahí, en esos momentos particulares, bajo una forma de transferencia por retorno, tal como lo teoriza René Roussillón 15 , tomados como porta-cuerpos y porta-voces de un afecto que debe en- contrar su lugar en el espacio terapéutico propuesto. Borradura de la trama Si durante nuestro primer encuentro Sebastián evocó su muerte, ello fue mediante una fórmula estadística: el 10% se salva. Luego, la evocó nuevamente así: “Chloé –su hija de siete años– me dijo que moriría cuando mis cabellos hayan vuelto a crecer. Es más clara que yo. Parece que siguen creciendo en la tumba. ¿Me caeré a pedazos? Tiene razón, me duele de nuevo aquí y acá –mostrándome partes de su cuerpo que, al tiempo, acaricia. Pobrecito, me estoy volviendo un viejito, a lo mejor me voy a licuar. ¿Qué piensas? –en momentos de gran angustia, Sebastián me tuteaba. Chloé sufre, ¿qué le dirías?” 12 Sigmund Freud, “Lo ominoso”, en Obras completas de Sigmund Freud , vol. 17 (1919; Buenos Aires: Amo- rrortu, 1992), 235. 13 Catherine Parat, L’affect partagé (Paris: PUF, 1995). 14 Daniel Stern , Le monde interpersonnel du norrison (Paris: PUF, 1985). 15 “El sujeto viene en paralelo, pero fracturado en sus posibilidades de integración, a hacer vivenciar al analista lo que no pudo vivir en su propia historia”. René Roussillón, Agonie, clivage et symbolisation (Paris: PUF, 1999), 14. [La traducción es nuestra]. Para mis pacientes, esta forma de transferencia consiste en hacer vivir al analista lo que no pueden vivenciar de su historia presente y no pueden sim- bolizar para que sean restituidos (o no; es decir, siendo sólo compartidos) bajo la forma de afectos o palabras de los afectos apenas nombrados.

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