Hablar, persuadir, aprender: manual para la comunicación oral en contextos académicos
22 HABLAR, PERSUADIR, APRENDER Las formas de pensar, argumentar y validar varían de una disciplina en otra, aunque hay elementos transversales de la estructura argumental que pueden ser considerados por cualquier oradora u orador. Según Toulmin, es posible evaluar un argumento en relación con elementos independientes del campo disciplinar, como por ejemplo aspectos relacionados con la construcción misma del argumento. En términos simples un argumento es un conjunto de afirmaciones (premisas) relacionadas lógicamente que en su conjunto permiten afirmar algo (una conclusión) (Groarke & Tindale, 2013). En una presentación, la oradora u orador tendrá el propósito de persuadir a la audiencia en relación con ciertos mensajes o ideas y, para esto, debe ofrecer razones para creer en estos mensajes. El uso de razonamientos y evidencias (premisas lógicamente relacionadas) para sostener nuestros mensajes (conclusiones) permite movilizar a la audiencia y finalmente lograr nuestros propósitos retóricos. Pese a la estructura general de la argumentación, la manera en que se construye un argumento para que sea considerado válido está fuertemente determinada por el contexto de la disciplina. Por ejemplo, las premisas o evidencias consideradas válidas son determinada de una disciplina a otra. Llamamos lugares comunes a aquellos discursos, argumentos o tipos de evidencias a los que recurrimos para persuadir a otros en un contexto dado (Bazerman, 2015). Por ejemplo, en una discusión sobre el aborto, la idea de que las mujeres tienen derecho a decidir sobre su propio cuerpo constituye un argumento socialmente reconocible y válido; se trata de un lugar común al que podemos recurrir para sostener una determinada posición. Las diferentes disciplinas tienen sus propios lugares comunes; por ejemplo, en el caso de la Antropología las notas de campo y las entrevistas pueden ser un “lugar” al que recurrir para establecer una idea. Cuando utilizamos el discurso oral para persuadir respecto de ciertas visiones o puntos de vista, es fundamental considerar cuáles son las fuentes de validación a las que podemos recurrir. Ahora bien, el valor persuasivo de una presentación oral no solo radica en la solidez de los razonamientos y evidencias que se presentan: también los valores y emociones más profundamente arraigados en las personas son una herramienta persuasiva. Esto es lo que denominamos pathos , es decir, el componente emocional del argumento (Bazerman, 2015). Las imágenes utilizadas en las presentaciones orales o el uso de historias son recursos que buscan precisamente conectar a la audiencia con esta dimensión emotiva. Suele representarse esta dimensión como opuesta a la lógica y la objetividad; es por esto por lo que aquellas disciplinas que están más cerca de una visión positivista podrían tener una menor aceptación de la expresión de emociones en una presentación oral. En este sentido, es fundamental encontrar el equilibrio entre logos y pathos que tenga sentido en nuestro contexto disciplinar específico. Una de las características de la presentación oral es que la audiencia puede tener un contacto directo con la oradora u orador y llevarse una impresión respecto de su confiabilidad o carácter. El concepto de ethos , de donde proviene el término de “ética”, se refiere a la confiabilidad y carácter de quien habla (Bazerman, 2015). En una presentación oral, no solo la lógica de los argumentos es relevante; también lo es la percepción que tiene la audiencia respecto de quien presenta. El ethos se refiere a la confianza y credibilidad que suscita la oradora u orador (Selzer, 2004). Por ejemplo, una persona que realiza su presentación oral frente una audiencia puede ser percibida por esta como honesta, inteligente, rigurosa, confiable, entre otros. Hay elementos de comunicación no verbal que pueden contribuir con una percepción positiva del orador u oradora, por ejemplo, mantener el contacto visual o una postura erguida y segura. También aspectos como la vestimenta, la edad, la etnia o el género influyen en diferentes tipos de audiencias y su percepción respecto a la credibilidad de la oradora u orador. Otro aspecto fundamental que podemos considerar a la hora de presentar oralmente es la clase particular de presentación que estamos realizando. Cada vez que presentamos, no estamos sencillamente haciendo “una presentación oral”; más bien, estamos realizando una defensa de tesis, una presentación de póster en un curso, un pitch para un proyecto ingenieril, entre otras posibilidades. Todos estos “tipos” de presentaciones corresponden a lo que denominamos géneros discursivos , es decir, formas relativamente estables que obedecen a propósitos sociales específicos. El concepto moderno de “género” para referirse a tipos de comunicación diversos fue desarrollado por Bajtin (2005), quien se refiere a ellos como formas genéricas que organizan nuestro discurso en determinadas esferas de la actividad humana. Se trata de formas recurrentes y socialmente reconocidas que permiten responder a situaciones tipificadas (Bazerman, 1988; Miller, 1984). Los géneros expresan las formas discursivas típicas de las diferentes disciplinas, pero también sus métodos, epistemologías y teorías propias. Así, en los géneros discursivos académicos es posible observar una diversidad de normas, valores y maneras de hacer que son propias de cada entorno disciplinar.
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