Hablar, persuadir, aprender: manual para la comunicación oral en contextos académicos

180 HABLAR, PERSUADIR, APRENDER La evaluación, como actividad académica, tiene una carga simbólica importante: se trata de una instancia en que se juzga el desempeño de un sujeto a través de las acciones que lleva a cabo y/o el producto que presenta a partir de su trayectoria de aprendizaje. Dado que la evaluación tiene repercusiones concretas para los estudiantes, muchas veces tales instancias se convierten en un foco de estrés. Convertir la evaluación en una oportunidad que disminuya la ansiedad y favorezca el aprendizaje implica desarrollar estrategias que permitan abordarla desde su dimensión proyectiva; esto es, considerando los aprendizajes futuros que se podrán desarrollar a partir de ella. Para eso, la retroalimentación es un aspecto clave. La retroalimentación (feedback) está muchas veces centrada en el desempeño pasado (respecto de algo que ya ocurrió) y con frecuencia identifica carencias o dificultades. En cambio, es posible pensar la retroalimentación en su dimensión prospectiva (feedforward) (Ibarra y Rodríguez, 2010), de manera que el centro esté en las recomendaciones para la mejora. A continuación, se presentan algunos consejos útiles para la retroalimentación orientada a la mejora continua: 3. Oportunidades de aprendizaje y retroalimentación El formato es mejorable. Muy formal. Corregir errores para próxima presentación. Hay que trabajar en la coherencia. Amparo, tu exposición cuenta con una estructura donde se perciben claramente un inicio, un cuerpo y un cierre. ¡Buen trabajo! Pedro, el lenguaje que utilizas se ajusta a una instancia de evaluación formal y a las especificaciones comunicativas y terminológicas propias de la disciplina. ¡Bien hecho! Elisa, si bien tu forma de presentar ha mejorado, aún es necesario que corrijas aspectos relativos a la coherencia. Te sugiero estructurar la presentación desde lo general a lo particular; puedes apoyarte en la organización de tu PPT para mantener el hilo conductor. Considerar las dimensiones relevantes de la evaluación. La retroalimentación es más efectiva cuando es focalizada, es decir, cuando se centra en lo más relevante y no en lo secundario. Así, si elementos como el formato, la puntualidad o el estilo no se relacionan con los objetivos de aprendizaje centrales de la tarea, es mejor no dedicar demasiado tiempo de la retroalimentación a ellos. Detallar lo suficiente. Si la retroalimentación es imprecisa o demasiado general, será difícil de interpretar. Para que las y los estudiantes tengan claro qué es lo que se espera de su desempeño, es recomendable describir con precisión los juicios o recomendaciones que se establecen en la retroalimentación. Personalizar (en lamedida de lo posible) la retroalimentación. Es deseable que cada estudiante o cada grupo, según seael caso, recibauna retroalimentaciónajustadaa sudesempeñoynecesidades particulares. Utilizar el nombre del estudiante es una buena estrategia, pues evidencia que la retroalimentación fue elaborada específicamente para él o ella, y permite tener presente que, más que un producto, estamos evaluando el desempeño de una persona.

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