Hablar, persuadir, aprender: manual para la comunicación oral en contextos académicos

157 Capítulo 2 Guía del Docente La evaluación, como actividad docente, ha tenido una evolución histórica importante. Hoy es posible hablar de una evaluación que propende al logro y consolidación de aprendizajes en estudiantes de todos los niveles de formación. El enfoque de la evaluación para el aprendizaje surge a fines de la década de 1990, cuando Paul Black y Dylan Wiliam (1998) se preguntan cuál es el impacto de la evaluación formativa en los aprendizajes posteriores de sus estudiantes y descubren que, implementada adecuadamente, mejora significativamente su desempeño. La evaluación formativa es aquella que se lleva a cabo durante el proceso de instrucción, y que permite tomar decisiones sobre él. Es una evaluación que no conduce a una calificación, pues se centra en el proceso y no en el producto. Desde esta perspectiva, la evaluación se inserta en el proceso de aprendizaje mismo y contribuye a su mejora. Evaluar supone, así, retroalimentar el desarrollo de una tarea según lo que se espera de ella y con el fin de mejorar el desempeño actual. Evaluar puede entenderse como un ejercicio que orienta el desempeño de las y los estudiantes. Incluso cuando una evaluación está orientada a generar una calificación (evaluación sumativa), esta puede funcionar con criterios explícitos que son conocidos por las y los estudiantes con antelación y que orientan su trabajo. La evaluación, cuando es transparente, beneficia a los aprendizajes en la medida en que muestra cuál es el desempeño esperado y permite, así, orientar el trabajo hacia una meta clara. Evaluar para aprender supone, en consecuencia, la existencia de criterios conocidos por todas y todos con anterioridad a la aplicación del instrumento o al desarrollo de la instancia evaluativa. Cuando se habla de una evaluación que favorezca los aprendizajes de las los estudiantes, a modo general, se sugiere: Que los procesos de evaluación impliquen a las y los estudiantes de forma activa, y que promuevan el desarrollo de las competencias que necesitarán para aprender a lo largo de la vida, así como su capacidad evaluadora para tomar decisiones y orientar su propio proceso de aprendizaje. Que se lleve a cabo una retroalimentación prospectiva o proalimentación (feedback como feedforward); es decir, que se ofrezca a las y los estudiantes orientaciones y recomendaciones que se puedan llevar a cabo en un futuro inmediato y que los ayuden a modificar y/o mejorar su trabajo y su nivel de desempeño. 1. Evaluar para aprender: principios para la evaluación de la comunicación oral ¿Qué es el enfoque de evaluar para aprender?

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