Hablar, persuadir, aprender: manual para la comunicación oral en contextos académicos
139 Capítulo 1 Guía del Docente “En nuestro ámbito universitario existe una sobrevaloración de la escritura (y la lectura) frente a la oralidad (y la escucha). Es frecuente que los profesores den recomendaciones a sus alumnos sobre cómo escribir o que les señalen las inadecuaciones que cometen, pero no es común que se reflexione sobre cómo los estudiantes (y los profesores) hablan. En el mismo sentido, se hace hincapié de técnicas de comprensión lectora pero no suelen encontrarse consejos o estrategias para desarrollar la escucha. Sin embargo, las cuatro actividades (hablar, escuchar, leer y escribir) son destrezas y, por lo tanto, pueden ser entrenadas y mejoradas”. (Rose & Trincheri, 2014, p. 240) Gracias a la comunicación oral, los seres humanos no solo construyen comunidad, sino que también pueden reflexionar sobre el mundo y la realidad e influir en ella. Además, el intercambio oral permite desarrollar identidades por medio de la participación en actividades comunes con otros individuos. Desde esta perspectiva, es posible aprovechar instancias de interacción oral en los procesos de enseñanza–aprendizaje formales como oportunidades tanto para comunicar conocimientos, perspectivas o puntos de vista como también para permitir a las y los estudiantes conformar comunidades en que se aprende conjuntamente. Asimismo, estas interacciones orales permiten no solo comunicar conocimientos sino también construirlos, por medio de los acuerdos, la negociación de significados, actualización de los saberes y la integración entre los conocimientos previos y la nueva información que surge desde la interacción (Infante, Coloma & Himmel, 2012; Medina, Valdivia & San Martín, 2014). Negociar interpretaciones, ponderar argumentos y movilizar conocimientos académicos por medio de la interacción oral permite a las y los estudiantes posicionarse dentro del campo disciplinar, referirse de manera pertinente a los conceptos clave de la disciplina y aplicarlos e integrarlos en sus expresiones de manera crítica. Por ejemplo, cuando discuten en pequeños grupos respecto de la lectura de un texto, no solo manifiestan su comprensión u opinión de lo leído, sino que también pueden reorganizar sus ideas de acuerdo con lo que sus compañeras y compañeros expresan, lo que ya saben respecto del tema y la relación que este puede tener con otros contenidos estudiados en la carrera. Se entiende, entonces, que el aprendizaje no corresponde solo a la acumulación de conceptos o a la reproducción de conocimientos, sino también a la posibilidad de comunicar aquellos saberes para participar en un contexto determinado. Aprender supondría entonces apropiarse paulatinamente de las formas de hablar —y de escribir— sobre el objeto de aprendizaje en cuestión y hacerlo de la manera acostumbrada en esa parcela del saber. En otras palabras, el aprendizaje de una disciplina supone la apropiación del discurso específico de esa disciplina (Núñez, 2009, p. 156) y la consiguiente transformación del repertorio de recursos de quien aprende junto con la integración de nuevas herramientas para desenvolverse en el mundo. 1. La comunicación oral como una herramienta de aprendizaje
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