Historias de la Universidad Azul
“Al ver a la enfermera le pregunté ¿Por qué lo sostienes si está prohibido?. Ella respondió sonriendo: Para que sientan que vale la pena vivir”. “Desde entonces se agregaron colores y música a las salas y los doctores comenzaron a llamar a los niños por su nombre. Pronto comenzaron a subir de peso y a sonreir”.
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