Seguridad ciudadana en América Latina: miradas críticas a procesos institucionales

22 2.7. Falta de compromiso institucional de la policía con la reforma Los procesos de reforma para la Policía han sido iniciativa del Ministerio del Interior y no han surgido de un liderazgo institucional. Al producirse, éstos han recibido apoyos y rechazos aislados, pero en general una actitud pasiva de la mayoría de los miembros de la institución. Si bien soy de la opiniónde que los procesos de reforma de las grandes corporaciones deben tener un impulso, liderazgo y fiscalización externos, para evitar el espíritu de cuerpo, el sentido de inercia y los intereses creados que impiden los cambios, a la vez me queda claro que se necesita un núcleo activo y con liderazgo al interior de la institución que empuje, alimente y apoye los cambios. Eso, salvo casos aislados, individuales y contados con los dedos de la mano, no ocurrió en la PNP. Es verdad que tampoco hubo una resistenciaactivaalcambio,sinolaresistenciapasivadelasburocracias, la que en la práctica tiende a ser mucho más efectiva frente a los políticos que, usualmente en el Perú, tienen vida corta en los cargos de responsabilidad en el sector Interior, dada la inestabilidad del país. 2.8. Conflictos intra policiales por persistencia de culturas previas Muy vinculado a lo anterior está el hecho de que la Policía Nacional del Perú no tiene una identidad institucional arraigada y compartida. Se trata más bien de una corporación en formación y fraccionada internamente. Para entenderlo hay que saber que hasta fines de la década de los ochenta existían en el Perú tres cuerpos de Policía: la Guardia Civil (la más grande y originalmente centrada en la prevención), la Policía de Investigaciones del Perú encargada de la investigación del delito y la Guardia Republicana, equivalente a la gendarmería de otros países, con atribuciones en los penales y protección de las instalaciones y fronteras. Siempre se llevaronmal como suele suceder en todos los países enque hay varios cuerpos de Policía compitiendo por funciones, territorios, presupuestos y atención de público. Pero en el Perú esa tensión llegó en los ochenta a situaciones límites, peligrosas e inaceptables. Aún enmedio del grave conflicto interno en los ochenta, los conflictos interpoliciales se agudizaron al punto de producirse enfrentamientos violentos entre ellas y en las calles. La situación era insostenible y en una de las pocas decisiones positivas e importantes de la primera gestión de García 19 en esta materia, se tomó el toro por las astas y se las unificó en una sola institución. Sin embargo –y como era inevitable– las culturas e identidades y 19 Presidente de Perú entre el 28 de julio de 1985 y el 28 de julio de 1990; lealtades institucionales de las anteriores instituciones perduraron. Lo que antes era un enfrentamiento abierto se volvió una coexistencia difícil con rivalidades internas agudas. Ese proceso sólo podrá ser superado con el tiempo y con el pase paulatino al retiro de los policías viejos que van siendo reemplazos por las nuevas generaciones formadas en la nueva identidad como policías nacionales. Para eso todavía faltan varios años más y en los mandos todavía se reproducen el fraccionalismo del pasado. Ese es un problema en los procesos de reforma, ya que al interior de la institución se alientan y apoyan aquellas medidas que una facción percibe como favoreciendo a alguna de las antiguas instituciones pero, a la vez, es por las mismas razones rechazadas por las otras. En ese contexto se hace mucho más difícil conseguir un compromiso uniforme de la institución para los cambios. 2.9. La corrupción y la defensa de los intereses creados. La Policía peruana no tiene los niveles de corrupción institucional que afectan a algunas policías latinoamericanas. Sin embargo, a nivel individual y en todos los niveles, la corrupción es un fenómeno totalmente extendido. Una parte de ella se manifiesta en la relación con la ciudadanía, pero otra quizás, incluso la más perniciosa en términos de obstáculo para el cambio, ocurre en la utilización del los recursos públicos en beneficio personal. La posibilidad de producir cambios en la Policía choca frontalmente con un conjunto de prácticas extendidas e “institucionalizadas”, entre las más conocidas la del robo sistemático de la gasolina destinada al patrullaje con lo cual se dificulta que los vehículos se muevan y hace más difícil cualquier esquema serio de patrullaje comunitario; el robo sistemático del dinero destinado a las acciones de inteligencia, con lo cual la Policía actúa a ciegas en los diferentes frentes; el robo del dinero destinado a los ranchos de las unidades acuarteladas, con lo cual la moral de los miembros de la institución y su calidad de vida no pueden ser mejoradas; el robo sistemático destinado a las medicinas de los hospitales de la Policía, con lo cual los esfuerzos de mejorar la calidad de vida de los policías se ven afectados severamente. Al ser ese fenómeno de corrupción una pirámide en la que están involucrados desde los altos mandos hasta los policías de a pie, hay un enorme interés en mantener el statu quo y acabar con todos los intentos de reforma de la institución que puedan afectar esta obtención ilegal de recursos. 2.10. La privatización de los servicios de seguridad. Otro de los intereses creados que explican las dificultades para el proceso de cambios en la Policía en el Perú, es la generalizada privatización en la práctica de la Policía.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=