Una propuesta de modelo integral de reinserción social para infractores de ley

75 4 Capítulo situaciones de las que puedan surgir nuevas acusaciones en el futuro). Aún no hay datos disponibles en Australia respecto al impacto de estos programas, o sus resultados. Los modelos de gestión de casos usados en programas para ofensores sexuales están con- sistentemente bien articulados y desarrollados en las distintas jurisdicciones locales. Típi- camente, se realiza una evaluación inicial, la que con frecuencia utiliza herramienta para el diagnóstico de riesgo/necesidad. En los casos de ofensores sexuales, normalmente se realizan derivaciones a equipos especializados para profundizar la evaluación, con el objeto de determinar el nivel de riesgo de reincidencia específico para delitos sexuales, mediante la aplicación de herramientas actuariales apropiadas como STATIC-99. También, se indaga respecto al nivel y tipo de necesidades sexuales (mediante entrevistas y pruebas actuaria- les), nivel de disposición al cambio y disposición a responder (Heseltine et al., 2011). Los contenidos de los programas de tratamiento para ofensores sexuales se orientan a incrementar la conciencia del sujeto respecto al ciclo delictual, aumentar su nivel de comprensión sobre los efectos del delito en la víctima, desafiar distorsiones cognitivas, modificar patrones de excitación desviada, explorar el rol de la fantasía en el delito, desa- rrollar habilidades que le permitan obtener relaciones íntimas, mejorar sus capacidades para resolver problemas cotidianos, y desarrollar un plan individualizado de prevención de recaídas (Heseltine et al., 2011) Los programas para la intervención de ofensores sexuales normalmente cuentan con manuales bien desarrollados y con secciones detalladas que explican sus bases teóri- cas y empíricas. Las estrategias conductuales y cognitivo conductuales son las formas predominantes de acción terapéutica, con estrategias motivacionales y psico- educati- vas que se emplean en la fase preparatoria inicial. Los programas de intervención, generalmente, son implementados con grupos mixtos (que incluyen a ofensores sexuales que han cometido delitos contra niños y adultos), que se pueden formar hasta por 12 individuos. La implementación se realiza con frecuencia en áreas de la prisión que están reservadas a la implementación de programas intensivos, o que están dedicadas al funcionamiento de la comunidad terapéutica. El entrenamiento in- tensivo de los equipos encargados de la implementación del programa está presente en todas las jurisdicciones, con la participación de expertos nacionales e internacionales que trabajan regularmente en seminarios y talleres colaborando con el proceso de formación de los profesionales (Heseltine et al., 2011). Finalmente, los procesos de supervisión clínica de los programas de intervención tienen altos estándares de calidad, los que suelen estar basados en un proceso de supervisión interna, pero que pueden financiar el costo de supervisión externa cuando es necesario.

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