Una propuesta de modelo integral de reinserción social para infractores de ley
155 6 Capítulo • Motivación al cambio La disposición a la intervención y la motivación al cambio pueden jugar un rol funda- mental en el compromiso de la población con los programas, así como en su capacidad para llegar al término de la intervención iniciada, lo cual mejora las oportunidades de lograr objetivos de cambio (Harris & Derkzen, 2011). La entrevista motivacional puede ayudar a personas que no muestran disposición favorable al cambio, o bien, que se muestran ambivalentes frente a éste, considerando tanto los aspectos positivos como negativos de una posibilidad de cambio conductual (American Psychological Associa- tion, 2012), situación muy común en el trabajo con poblaciones como la penal, que suelen permanecer resistentes o ambivalentes frente al cambio. Las personas que presentan condiciones de riesgo de reincidencia moderadas o altas, deben acceder a acciones y programas especializados que generen una reflexión so- bre la conducta antisocial y motivación hacia el cambio de estas conductas. La inter- vención motivacional cuenta con evidencia empírica de su capacidad para colaborar con el logro de este objetivo de intervención (McMurran, 2009; Walters et al., 2007). La evidencia reportada fundamenta la capacidad de la entrevista motivacional para facilitar el proceso de cambio de conducta en personas que han tenido contacto con el sistema penal. Ello convierte a esta técnica en un componente fundamental al inicio de los procesos de intervención, facilitando el ingreso y la adherencia a los programas; y durante la implementación del plan de atención, como medida para reducir el riesgo de deserción, la que en el ámbito correccional tiene múltiples efectos negativos, entre los que destacan la pérdida de eficiencia en el gasto de los programas de reinserción social, y la reducción en el resultado de la intervención en relación al total de casos ingresados (Harris & Derkzen, 2011). • Modelamiento pro social La interacción directa con la población penal, tanto en la comunidad como en las cár- celes, ofrece múltiples oportunidades al personal especializado para actuar como un modelo válido de conducta pro social. Existe evidencia respecto a la efectividad de estas prácticas en el cambio del repertorio de conducta anti-social de los sujetos que acceden a estos tratamientos, lo que valida su inclusión en el modelo general de inter- vención (Cherry, 2010). El modelamiento pro social se refiere al proceso por el cual un profesional/técnico actúa como un modelo de rol positivo y motivador (Trotter, 2009), estableciendo una relación empática con el interno, dentro de la cual refuerza activamente conductas y
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