Cuadernos de Beauchef: ciencia, tecnología y cultura volumen II

43 Ciencia, Tecnología y Cultura a que el trabajo profesional nos alimente, tanto en el sentido emocional como material. … la ocupación humana especializada, el menester profesio- nal, la función intelectual o manual que hace vivir y que da de vivir, han crecido enormemente como indicadoras del rango del individuo. Propongo que la ingeniería que vale la pena es la que hace vivir y da de vivir. En tiempos de cambio climático, hay elecciones que debe- mos hacer desde cada profesión. Hace vivir el trabajo que da satisfac- ciones profesionales, también la promesa de desafíos y logros. Hoy la interpretación puede ser mucho más literal: la ingeniería que hace vivir es la que permite la sustentabilidad de la vida en la Tierra. Afortunadamente, hay mayor conciencia en la política pública, en la ciudadanía e incluso en los mercados de la necesidad de cambios: por ejemplo, en las fuentes de donde obtenemos energía, en el uso que le damos al agua y en los materiales con que construimos. Esto significa que empiezan a aparecer o a estabilizarse áreas de trabajo que pueden “dar de vivir”, es decir, que las ingenieras y los ingenieros que aborden estos problemas puedan vivir de su profesión. Esto pareciera trivial, pero basta el ejemplo de la historia de la energía solar en Chile para reflexio- nar sobre lo difícil que puede ser mantener continuidad profesional en un área sujeta a los vaivenes del mercado, cuando nuestra sociedad pri- vilegia el uso de combustibles fósiles (Osses, Ibarra y Silva, s/f). Mante- nerse en el propósito de la energía solar ha requerido de perseverancia, convicción y coraje. Si no pudiéramos vivir de nuestra profesión, esta actividad se convertiría en un trabajo al que deberíamos darle el tiempo que queda después de ganarse la vida. Pero si logramos que nuestro aporte princi- pal a la sociedad, más allá de nuestro mundo doméstico y de nuestras relaciones más cercanas, nos “dé para vivir”, entonces podemos dedi- carle nuestra energía, desarrollarnos como profesionales y cultivar el sentido de nuestra profesión.