Cuadernos de Beauchef: ciencia, tecnología y cultura volumen II
24 Cuadernos de Beauchef contrato de Anzart no fue renovado en 1876, pues la segunda estrategia para consolidar los estudios estaba dando sus resultados: ya había chi- lenos con estudios en Europa que podían hacerse cargo de la docencia. Esta estrategia había comenzado con los alumnos de Domeyko en 1842, con resultados relativos. En 1849, no tenemos certeza si envia- dos inicialmente por el gobierno o financiados una vez que estuvieron allá, aparecen becados en la Escuela Central de Artes y Manufacturas de París Manuel Valdés Virgil, Adriano Silva y Manuel Aldunate, con un costo anual por estudiante de 3.936 francos. Sólo el primero obtuvo el título de ingeniero civil, Silva salió mal en su examen y Aldunate se en- fermó. Pero lo relevante es que, con o sin título, luego de sus estudios hicieron una práctica bajo la vigilancia del Ministerio de Trabajos Públi- cos francés y, más tarde, Valdés fue enviado a Inglaterra, Bélgica y Ho- landa para conocer los trabajos hidráulicos, sistemas de esclusas y dise- caciones, mientras Silva se dirigió a estudiar los trabajos telegráficos en Francia. La estadía de ambos, según una fuente, duró de 1846 a 1852, todo financiado por el gobierno. La inversión no estaba destinada sólo a formar docentes, sino también ingenieros chilenos que pudieran eva- luar los contratos públicos con el extranjero y participar en su ejecución. Este era un aspecto clave de la transferencia tecnológica en la cual la maximización de los beneficios de los contratistas podía tener costos de la gestión. El representante de Chile en París, Francisco Javier Rosales, se lo decía al ministro con meridiana claridad cuando le recomendó que contratara a Valdés y a Silva para el estudio del proyecto del ferrocarril de Santiago a Valparaíso: [ellos] saben hacer esos trabajos, no permita Ud. que los impor- tunen los interesados o concesionarios del camino. Yo veo desde aquí las chicanas, las críticas, los disgustos que van a atraer sobre sí; se quiere que el Gobierno entre a ciegas en una empresa que una vez principiada será preciso continuarla. Los siete millones en que por ahora se estima ese camino por sus ardientes empre- sarios (sin accionista más que el pobre erario de Chile) se conver- tirán en quince, cuando no en veinte millones 27 . 27 AME , Vol. 29, p. 64, f. 208. Sobre los chilenos becados, ver Ibíd. , p. 21.
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