Cuadernos de Beauchef: ciencia, tecnología y cultura volumen II

17 Ciencia, Tecnología y Cultura jo que no asumiría ningún profesor en Europa”, no había otra forma de iniciar la enseñanza con hijos de dueños de minas, de hornos fundidores o de amalgamadoras como eran sus alumnos. Los primeros exámenes fueron rendidos ante las autoridades locales y los apoderados. Domeyko logró su objetivo y los alumnos demostraron la utilidad de sus conoci- mientos en el ensaye de diversos minerales 6 . La experiencia de Domeyko en Coquimbo revela muy bien las dificultades que enfrentaban estos estudios en Chile y fue fundamental para su propia concepción de cómo fundarlos. La flexibilidad de Dome- yko para adaptar su sólida formación científica a la formación profesio- nal y ligar ésta con la producción, fue en cierto sentido el modelo que guio la fundación de las ingenierías. Su primer paso había sido generar adhesión social a estos estudios, pero previendo su inestabilidad por falta de profesores, propuso que el gobierno becara a sus mejores alum- nos para estudiar en Europa. En su productivo viaje a Santiago, en 1842, se lo pidió al ministro Manuel Montt, quien lo aprobó. En 1847, dos de los tres becados se iniciaban como profesores en el Liceo de La Serena (Feliú Cruz y Stuardo, 1962) 7 . A comienzos de la década de 1840 los estudios de agrimensu- ra y ensayaduría estaban incorporados al sistema educacional y la pro- fesión de ingeniero; aunque el título no existía, adquirió su expresión institucional con la creación del Cuerpo de Ingenieros Civiles, en 1842, encargado de la supervisión de las obras públicas, privadas y estatales en toda la República, compuesto por un director y seis ingenieros subal- ternos (Greve, 1938-1944, T2, p. 378). Su capacidad real para evaluar los proyectos en curso fue débil, por escasez de personal y de presupuesto, pero, desde la perspectiva de la profesión, tuvo la importancia de ser inicialmente un centro docente en materias de ingeniería civil y una sali- 6 Los cursos de Domeyko no otorgaban el título de ensayador general sino certificados que habilitaban para optar al título. 7 Los alumnos fueron Manuel Osorio, Antonio Alfonso y Teodosio Cuadra, el primero enviado a la Escuela Práctica de Minas de Saint Etienne, que no volvió al liceo, y los otros dos a la Escuela Superior de Minas. Claudio Gay era su apoderado en París y relató con detalle el avance de sus estudios a distintas autoridades chilenas.

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