Cuadernos de Beauchef: ciencia, tecnología y cultura volumen II
145 Ciencia, Tecnología y Cultura productores. Esta identidad, la del prosumer (McLuhan & Nevitt, 1972), identifica a un usuario activo que comparte información, que analiza, investiga, dialoga, discute, reclama, propone y difunde, rompiendo la unidireccionalidad de la información como contenido cerrado y estáti- co, generando un campo transversal que propicia el des/encuentro. Esta identidad extiende la dimensión territorial, que se expande y borronea según las exigencias de las demandas, tanto sociales como económicas, por lo cual las fronteras no se limitan a la cartografía política, en la que la velocidad de la transacción de la información no está ya supeditada a las horas del vuelo. Lo anterior se presenta en diferentes manifestaciones, que pro- vocan preguntarse sobre nuevos modelos de acercamiento y compren- sión de la creatividad, sus procesos y sistemas constructivos. La activi- dad creativa desde acciones remotas, conectadas a la red para conciliar las distancias físicas del mapa; la emergente actitud de la sociedad hacia un nuevo horizonte de discusión, tanto social, política como económica; la crisis de la universidad como modelo educativo; la discusión de la li- bertad versus la privacidad como nueva moneda de cambio: todas son una pequeña muestra de ello. En este contexto, surgen preguntas sobre el hacer artístico y acerca de cómo la incidencia en su entorno, en función de lecturas in- sertas en los contextos particulares de los cuales emergen, generan un reconocimiento a lo local como raíz productiva y emancipadora frente a los modelos globales instalados. Observar la inquietante pregunta sobre lo inmediato de la tecnología y sus soportes. La dimensión política de la velocidad, las alteraciones del lenguaje que nos llevan a decodificar el inevitable avance de las telecomunicaciones para subvertir —y así evi- denciar— una respuesta en reescribir los protocolos, haciéndose parte de las dimensiones propias desde el lenguaje del arte. Convivimos en un estado de magnitudes y escalas que están en mutación. Vivir y exhibir configuran un territorio abismal, que se solapa a la velocidad de las exigencias contemporáneas. Todo es viable de ser público, de exhibirse, formando parte de la naturaleza humana como un elemento significativo que conlleva existencia.
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