Los Futuros Imaginados

l o s f u t u r o s i m a g i n a d o s 70 71 Lastesis, y la “Gloriosa” de La Yeguada Latinoamericana. Dos acciones en contextos diversos, la primera en medio de esta urgencia, la segunda hace un poco más de un año en medio de otra urgencia, o más bien, de una revuelta que deseaba poner en cuerpo la urgencia. Y, sin embargo, los modos de apropiar los espacios son diversos, en cuanto son diversas las formas de administrar el tiempo. La primera responde a la urgencia bajo esta idea de cuerpo emplazado, cuerpo que toma posición y em- plaza, interpelando a los otros cuerpos que han mantenido silencio o a los cuerpos que han perpetrado y siguen ejerciendo violencia sobre las mujeres: el cuerpo patriarcal, el macho policía. En la segunda, la estrate- gia temporal se despliega en un recorrido, en un trazado que se toma su tiempo, que no se deja interrumpir, ni siquiera por el paso de los autos. Cuerpos que se exponen y al tomarse el tiempo de su exposición deve- lan la operación objetualizadora de la mirada patriarcal, que ávidamente intenta capturar con sus camaritas de celular, algún trofeo visual, algún pedazo de carne para llevar. La acción realiza con extrema crudeza el deseo de dominio de esta mirada patriarcal. No consiste tan solo en re- presentar un repertorio semiótico de signos travestidos paródicamente: un modo de caminar, la cola de caballo o el mostrar el trasero. El poder de esta acción radica en que realiza el sueño masculino despojándole al ojo patriarcal el poder de la decisión. Es tal la evidencia de la acción, tal su crudeza, que deja de significar, se torna pura presencia, se carga de presencia, es decir, de realidad⁴. La irrupción momentánea de este real, desactiva esa especie de defensa o carcaza semiótica que envuelve como una tela de araña los actos del poderoso, que los encubren o justi- fican de algún modo y permiten la circulación de esa violencia de forma impune (pues la naturalizan semióticamente), la convierten en síntoma. El acoso verbal contra las mujeres es un buen ejemplo, así como lo que murmuran en secreto cómplice dos hombres cuando ven la acción: “son todas yeguas y por eso merecen… lo que merecen”. La acción interrumpe momentáneamente el flujo del poder de la mirada patriarcal, pero claro, no lo destruye⁵. La confirmación de su horrenda eficiencia, el hecho de que tales murmuraciones pueden pasar al acto en cual- quier momento, lo demuestran las violaciones a niñas y mujeres ocurridas en los cuarteles policiales o la obliga- ción a desnudarse y hacer sentadillas ante la mirada mor- bosa del captor que han sucedido en estos días. Es de esto que trata la primera de las acciones citadas. 4 Se recomienda ver el registro de esta acción en https://www.youtube.com/ watch?v=x2-TMvMePIw&has_verified=1 5 Es significativo de cómo funciona esta complicidad semiótica en el modo en que la TV ha cubierto el impacto de la acción de Lastesis: siempre omitiendo de que la denuncia va en primera instancia hacia los carabineros. c a p í t u l o 1 . l a h i s t o r i a e n e n t r e d i c h o p e r f o r m a r l a u r g e n c i a // mauricio barría

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