Los Futuros Imaginados
l o s f u t u r o s i m a g i n a d o s 204 205 que madruga será ayudado con una tarifa más baja” (Ministro de Econo- mía, Juan Andrés Fontaine) o en relación a la crisis del sistema de salud donde los ciudadanos deben madrugar para tener una hora médica: “la gente va temprano al consultorio por reunión social” (Subsecretario de Redes Asistenciales, Luis Castillo). Estas frases no pueden sino caracte- rizar cómo un sector privilegiado, sobretodo la clase política, ha hecho oídos sordos de lo que ha padecido un porcentaje mayoritario de la población. Aún más grave, no entender que la crisis que se ha instalado obedece a un problema estructural de profundo malestar, de cómo se ha validado en la opinión gubernamental la existencia de dos mundos, uno del cual pese a los niveles de precarización extremos en los que vive es condenado ante mínimas faltas a la ley; y otros, en posición privilegia- da, son eximidos de la ley como el caso de los impuestos de diversas empresas privadas o el mismo Presidente, o casos criminales como el emblemático caso de Martín Larraín. Esta realidad ha sido escasamente problematizada en los medios tradi- cionales, que en general, suelen estar alineados a un discurso desde la oficialidad, donde por consecuencia, “la cobertura tradicional de asuntos públicos proporcionados por diarios y la televisión, ha reducido la con- fianza pública en las fuentes tradicionales de autoridades de gobierno” (Norris, 2000, p.277). Los medios tradicionales centraron el discurso polí- tico y social en las escenas de vandalismos, saqueos y destrucción de las ciudades; siendo relegado en una pequeña o inexistente instancia, las reflexiones sobre las causas del estallido y la vulneración a los Derechos Humanos por parte de agentes del estado. Esto ha producido una mayor confianza en las redes sociales, que pese a no ser un espacio objetivo de transmisión de conocimiento, permite acceder a información que no circula por medios tradicionales. Ya en la década de los noventa, algunos autores señalaban el potencial impacto que tendría el auge de los medios de comunicación como un modo específo de moldear a la sociedad (Minc, 1995). Las redes sociales han permitido no solo viralizar reflexiones y cuestionamientos a la infor- mación que los medios tradicionales han entregado, sino que también se plantean nuevas estrategias de comunicación. Esto ha posibilitado que la ciudadanía pueda debatir y compartir un malestar que se ha ido engendrando por años. El estallido social de octubre exige problemati- zar cuál es la diferencia que ha marcado los nuevos medios de comuni- cación como lo son las redes sociales en la escena política, respecto a c a p í t u l o 3 . V o c e s , c o m u n i d a d e s , e s p e r a n z a s . O p i n i o n e s y d i á l o g o s contextos anteriores en Chile como la Dictadura Militar de 1973. Medios internacionales han sido muy críticos sobre la conducción de la crisis por parte del gobierno del presidente Piñera, lo que no ha sido debatido a profundidad en los medios tradicionales nacionales. La BBC de Londres da cuenta directamente de aquella situación, dando como ejemplo que, pese a la multiplicidad de movilizaciones e incendios provocados en dis- tintos puntos de la ciudad, el presidente se encuentra en un restaurante de pizzas en el barrio alto de la capital. Estos espacios de comunicación han roto las distancias, y a la vez los espacios temporales de la informa- ción, junto a los grados de cercanía territorial, variables que ya no están en juego a la hora de poder generar una reflexión sobre los conflictos que suceden en un territorio determinado. El cuestionamiento más agudo que ha tenido el gobierno, no solo a través de redes sociales, medios internacionales y organizaciones tales como Amnistía Internacional (AI), Human Rights Watch (HRW) o la Comi- sión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), son los graves casos de atropellos a los Derechos Humanos que se han producido desde el estallido social de octubre. Norris (2001) plantea que la esperanza inicial al surgir Internet es la de presentarse como la forma en que personas de contextos muy disímiles pudiesen interactuar y participar de un espacio común, rompiendo las barreras que originalmente en el plano físico se presentaban. Los medios de comunicación tradicionales fracasaron en la inclusión de actores excluidos por el sistema político, lo que a dife- rencia de las redes sociales, han posibilitado una participación mucho más activa, donde “el impacto de las nuevas tecnologías, y en particular el Internet, juegan un papel distintivo en la participación política (…) las teorías de la movilización asumen que el empleo de la red facilitará y animará formas nuevas de activismo político” (Norris, 2000, p.265), y es lo que veinte años más tarde de la tesis planteada por Norris puede visualizarse en la crisis actual. Miles de casos individuales ocurridos en todo el territorio nacional fueron rápidamente viralizados en los medios, siendo posible por la facilidad de captura de videos y fotografías, y el acceso a tecnologías de comunicación instantáneas. Esto podría explicar quizás, la brecha generacional de cómo se ha percibido el movimiento ciudadano, que en un porcentaje mayor de adultos que vivieron la Dicta- dura militar de Pinochet, tienen mayores precauciones de lo que tienen ciudadanos menores de treinta años, que han hecho resistencia, pese al bloqueo y manejo comunicacional que se ha instalado en los medios tradicionales nacionales. // pablo cisternas Del deambular al estar: soportes, reconfiguración y legitimación de espacios de encuentro tras el estallido social
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