Los Futuros Imaginados
l o s f u t u r o s i m a g i n a d o s 128 129 Paulo Menezes Debo decir que en los últimos años mi visita a los museos se estaba volviendo aburrida y fastidiosa. Cuando iba a visitar un museo con obras de arte esta- blecidas, modernas o clásicas, el carácter informativo histórico superó la expectativa, siempre vinculada a las artes contemporáneas (y por qué no decir, al cine), para ver o experimentar algo nuevo y diferente. Por supues- to, esta es una perspectiva relativamente anacrónica porque la primacía de lo NUEVO, en el arte contemporáneo, ya ha encontrado su lugar en el pasado y en el vacío de criterios anteriormente más sólidos de lo que podría entenderse como arte en cierto sentido: clásico, moderno o contemporáneo. Estas fronteras, ya disueltas hace mucho tiempo, crea- ron dos caminos antitéticos: un "ahora todo es posible" se enfrentó con un “eterno rehacer de lo mismo”. Las artes parecían haber llegado a un punto muerto donde nada más parecía suceder. En el caso de las artes audiovisuales, incluido el cine, el camino fue si- milar: su entrada en museos y exposiciones de arte contemporáneo fue abrumadora y al mismo tiempo algo domesticadora. ¿Cómo no recordar aquí las obras de Nam June Paik, creador del videoarte? ¿O de un Bill Viola? Artistas que trajeron a los museos algo que en ese momento era difícil de conceptualizar, trayendo a ellos un movimiento distinto de las premisas de las artes contemporá- neas. O de un Christo que, para sacar el arte de los límites del museo, ha envuelto grandes monumentos de la historia, como el Arco del Triunfo y el Pont Neuf en París, o el edificio del Reichstag en Berlín, arrojándolos cada vez más en medio de la gente y de las calles. Hoy en día, cualquier exposición de arte contemporáneo tendrá, además de pinturas e instalaciones, innumerables salas dedica- das al cine y al videoarte. Esto crea un gran problema. La el futuro de las artes visuales 1 // paulo menezes es Doctor en Sociología de la Uni- versidad de Sao Paulo, donde actualmente es profesor de Imagen y Sociología del Cine en la Facultad de Filo- sofía, Letras y Ciencias Humanas. También es profesor invitado de la Escuela de Altos Estudios de París, de la Universidad Nacional de Cuyo en Argentina y de la Universidad de Chile. Es autor de numerosos artículos sobre artes, cine y cine documental, destacando los libros La Trama de las imágenes y En la media luz: Cine y sexualidad en la década de 1970 . 1 Ponencia Foro de las Artes, Museo de Arte Contemporáneo, Santiago de Chile, 9 de Octubre de 2019. c a p í t u l o 2 . P o s i c i o n e s a r t í s t i c a s e n l a i n t e m p e r i e // paulo menezes temporalidad de apreciación de estas formas artísticas no es la misma. Y las películas parecen ser cada vez más largas. Las personas que pasan no parecen dispuestas a pasar 50 minutos viendo imágenes en bancos de madera incómodos. Simplemente no se quedan. Si las imágenes son más cortas, menos de 10 minutos, el público parece estar interesado en quedarse y mirarlas. Aun así, hasta hace poco, parecía que lo que vimos, con nobles excepciones, era solamente un rehacer infinito de lo mismo. Aquí llego a lo que creo que está en el corazón de lo que podría ser un arte para el futuro. La mayoría de estas experiencias artísticas propusie- ron un espectador relativamente pasivo, un espectador visual que no tuvo una participación efectiva en el trabajo artístico. Aquí es donde creo que uno puede vislumbrar lo que podría ser el arte del futuro. Puedo resumirlo en una sola palabra: interacción. En un mundo ya lleno de imágenes en todas partes, lleno de nuevas for- mas de ver televisión, como la inaugurada por Netflix, lleno de teléfonos que hacen de todo y casi nunca llaman, lleno de numerosos sitios que proporcionan interacciones de todos los tipos, desde chats para todos los fines hasta el extraño y no menos significativo sitio ruso Chatroulette, que conecta a las personas de una manera completamente aleatoria, me parece que a las artes y el cine, su futuro está directamente relacionado con estas nuevas formas de interacción que ya se han apoderado irrever- siblemente de la vida cotidiana de las personas. Una muestra significativa de esta perspectiva la encontré en la exposi- ción del mexicano Rafael Lozano-Hemmer en el Museo de Arte Contem- poráneo de Montreal en julio de 2018. Prácticamente todas sus obras le piden al espectador que participe, en una interacción sin la cual las obras simplemente no existirían. Recuerdo particularmente algunos tra- bajos. El primero, justo en la entrada, Pulse Spiral (2008), donde innumerables luces descienden del techo para formar una enorme lámpara de araña, y debajo de ellos dos manetas perdidas en el centro del salón. El artista invitó a las personas a sostener esas manetas. Después de unos segun- dos, los latidos del corazón del espectador empezaron a encender las luces sobre él, mientras se escucha el mismo latido en los altavoces. Un minuto después, este pulso particular, en luz y sonido, se sumó a todos e l f u t u r o d e l a s a r t e s v i s u a l e s
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