Los Futuros Imaginados

l o s f u t u r o s i m a g i n a d o s 112 113 c a p í t u l o 2 . P o s i c i o n e s a r t í s t i c a s e n l a i n t e m p e r i e Luis Montes Rojas La demanda social que he- mos presenciado por estos días en Chile responde, por sobre todo, a una acumulación de inequidades. Y es que el malestar no sólo proviene de quienes han sido relegados a los estratos más pobres y cuya situación es más extrema, sino que ese descon- tento nace de una creciente desigualdad que es transversal y se expresa a través de demandas directas y contingentes, muchas referidas a la re- partición de los frutos del crecimiento económico, sean estas las pen- siones, los salarios, así como la reivindicación de los derechos básicos como salud y educación. Sin embargo, también hemos visto la expresión de demandas que no provienen exclusivamente de la distribución económica, sino más bien de una sentida voluntad de participación. Si hay algo en lo que el pro- yecto neoliberal es eficiente es en la horadación de los mecanismos de fortalecimiento de lazos sociales mediante la consolidación del valor de lo individual, donde el valor de la persona singular prima por sobre la construcción colectiva. Y esta cuestión se manifiesta en la protesta, que en su propia expresión deja en claro la voluntad de constituirse en co- munidad pero evidenciando también tras ese deseo una carencia, algo que falta y que aún se encuentra en pro- ceso. Pero, ¿cómo se puede construir comunidad desde sujetos que hemos sido formados en el puro individua- lismo y la competencia? ¿Es posible romper las estructuras donde hemos moldeado nuestros comportamien- tos y valores? El proyecto de recom- posición del colectivo debe partir de la supresión de la desconfianza respecto del “otro”, esa distancia impuesta por una lógica de enfren- contra la razón: el arte contemporáneo como recuperación de lo público // luis montes rojas es Licenciado en Artes Plás- ticas, mención Escultura de la Universidad de Chile y doctor en Bellas Artes por la Universidad Politécnica de Valencia, España. Académico del Departamento de Artes Visuales de la Universidad de Chile, Senador Universi- tario por la Facultad de Artes, Coordinador de Investi- gación del Departamento de Artes Visuales y editor de la revista [ cuatro treintaitrés ]. Ha expuesto en muestras colectivas e individuales en Chile y en el extranjero. Destacan su participación en la muestra de la Colección MNBA De Aquí a la Modernidad y las exposiciones indi- viduales Galería de los Presidentes (2015) y Santa Lucía (2016), ambas en el Museo de Arte Contemporáneo. // luis montes rojas tamiento y antagonismo que desde la perspectiva neoliberal debiese ser el punto de partida para todo desarrollo, pero después de 46 años de ejercicio sabemos que solo lubrica las prácticas que desarticulan el tejido social hasta lograr instalar el germen de la más activa descom- posición. Asistimos a un estallido que es síntoma y voluntad de transformación al mismo tiempo. Y en ese sentido es que los signos colectivos se han venido abajo. El arte monumental, aquel que se aloja en la ciudad y que pretende ser representación de una voluntad nacional, se está desmo- ronando. Y no sólo aquellos monumentos que han sido erigidos durante estos últimos 46 años y que podrían ser leídos como representación del espíritu del sistema que nos gobierna, sino también aquellos que fueron fruto de ese otro Chile, ese país que dejó de ser el 11 de septiembre de 1973. Ese país que se vanaglorió de presidentes democráticos y de generales heroicos, pero que en estos días dejaron de ser prohombres para pasar a ser material de barricada o pizarrón de sentidas demandas. Esa manifestación sobre los símbolos, esa desafectación, puede y debe ser leída como una crisis de representación en el mismo sentido en que ésta ha afectado a la democracia misma. No hay acuerdo respecto de los va- lores que hemos encarnado en las estatuas, ha dejado de prevalecer una c o n t r a l a r a z ó n : e l a r t e c o n t e m p o r á n e o c o m o r e c u p e r a c i ó n d e l o p ú b l i c o