El estado en la escena : teatros universitarios de Santiago 1940-1973
Un nuevo actor se suma a la escena político-cultural y ar tística en la década del 30. Un actor cuya presencia es re querida con insistencia tanto por el movimiento social fren tista como por una opinión pública "ilustrada", ambos críti eos de lo que hasta entonces había constituido la política“’ estatal hacia esta área de la actividad nacional. Se trata de los intelectuales profesionales entre los cuales sobre salían los de origen universitario, y específicamente los formados en la Universidad de Chile. Socialmente ubicadas entre las clases medias en ascenso, políticamente influyen tes por su activa y temprana adhesión a los programas y or ganizaciones políticas anti-oligárquicas (1), la intelectua lidad fue generando iniciativas y concepciones que recogían las crecientes expectativas de reforma cultural y de renova ción estética que el Estado no se había mostrado capaz de impulsar desde sus propios aparatos especializados. La legitimidad que con ello alcanza este sector lo transfor man con el tiempo no sólo en un animador importante de expe riencias artísticas independientes, sino en el principal in terlocutor del Estado en materias de política cultural. Representativo de este proceso de creciente influencia y vo luntad de liderazgo político, cultural y artístico resultan las proposiciones de la ya mencionada AICH, que agrupaba en su interior a una amplia capa de intelectuales y artistas frentistas, especialmente las alineadas en los partidos de izquierda.1 (1) En efecto, el grueso de la intelectualidad universitaria, alojada en la Universidad de Chile, adhirió desde comienzos de siglo a programas democratizadores de cambio social. Tanto en una visión moderada y conciliadora con los antiguos sectores go bernantes, como se expresó en los gobiernos de Alessandri Palma, como en una mucho más radical y de ruptura. Esta última fue portada por el movimiento estudiantil, el que trascendió rápidamente los marcos del parlamentarismo liberal-demócrata,re presentado por los partidos tradicionales, y pasó a ocupar junto a otros núcleos asalariados posturas anarquistas y luego, socialistas de inspiración marxista. Véa se al respecto: Fernando Castillo, Ana Tironi, Eduardo Valenzuela: "La FECH de los años 30"; SUR, Santiago, 1902.
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