El estado en la escena : teatros universitarios de Santiago 1940-1973

"Recurriendo a una metáfora podría decirse que este país sobresale por un desarrollo casi de­ forme de su "cabeza", entendiendo por tal su institucionalidad, su organización, su armazón de relaciones sociales, que parece plantada so bre un cuerpo si no raquítico, por lo menos de una edad que no le corresponde". A la solidez de nuestras instituciones republicanas, a la ma durez de nuestra cultura cívica, al arraigo de nuestras con­ vicciones democráticas --tan pocas veces desmentida y con tan. escasa fortuna-- habría que sumar el culto en vida a núes tros hombres y centros de arte --a pesar que éstas se quejen siempre de lo contrario (lo mismo pasa con políticos y go - biernos). Si bien es cierto que el "pago de Chile" hacia nuestra per­ sonalidades públicas se muestra la más de las veces mezqui­ no y esquivo, especialmente en su expresión monetaria, no lo es menos que se complemente con la rapidez que se extiende a quella otra: prestigio y reconocimiento social. Tal vez con demasiada rapidez. Tan pronto se otorga como se retira. Ve­ leidades de un alma nacional ciertamente inquieta, que busca el cambio para arrepentirse después de él... Por eso no hay que inquietarse demasiado. Siempre aguarda la posibilidad de una segunda oportunidad, un auténtico renacimiento. Se trata, pues, de prepararla. Al menos, muchos subsisten en ese empeño y con esa certidumbre. Volviendo al tema, esta imagen ponderativa de nuestro desa­ rrollo político y artístico contemporáneo, más indeleble cuanto más se asemeja al experimentado por las sociedades o£ cidentales desarrolladas, se dirá que no despega del mero sentido común. Pero resulta indicativa, en todo caso, de u- nas simetrías y paralelismos entre ambas dimensiones de la "superestructura" nacional que nos proponemos explorar más a delante. Como dijimos, difícil resulta no sospechar de esta visión sobre todo cuando quienes la bosquejan son los propios inte

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