El estado en la escena : teatros universitarios de Santiago 1940-1973

to complementario al anterior: la puesta al día del proyecto estético del teatro nacional. Está bien apoyar desde el Es­ tado a esta expresión que desarrollan los sectores medios y populares, pero ¿qué tipo de teatro? ¿El mismo de hace 10 a>- ños? ¿Qué hace el Estado por estimular la renovación del len guaje teatral ( puesta en escena, interpretación, dramatur-"' gia) y por fomentar la reactualización de su mensaje ético- político, que no se ve expresado en las temáticas, conflic­ tos y personajes de las obras difundidas por los organismos estatales? La responsabilidad, en ese caso, recae sobre los funcionarios gubernamentales, los que han desaprovechado el nuevo espacio económico e institucional abierto al Teatro, al promocionar obras y autores que no se avienen con nueva sen­ sibilidad histórica y estética que el mismo Frente Popular ha contribuido a gestar con su triunfo. A juicio de estos crí­ ticos, los dirigentes gubernamentales del teatro, reclutados de las antiguas compañías profesionales, no han sabido asu­ mir con creatividad este desafío. El teatro que subvenciona al Estado no está, entonces, a la altura de su propio proyec­ to . Sólo la incorporación de nuevos agentes a la práctica tea - tral podrán redimir al teatro de una progresiva pérdida de vi_ gencia artística, cultural y político-social, a pesar de en­ contrarse ahora en mejores condiciones de producción y cir­ culación que hace casi una década. Finalmente, esos nuevos agentes no se ven ubicados de entre los grupos históricos que animaron la escena chilena duran­ te tantos años. Provienen de un ámbito social y cultural bien diferente: el de la joven intelectualidad università - ria. Ante esta situación, ¿por qué esos nuevos agentes no provi­ nieron de la rica tradición de autonomía artística y organi­ zativa de base obrera? Las condiciones de la coyuntura p o H tica y teatral favorables para que las organizaciones asala­ riadas --bastante engrosadas e influyentes a la fecha— pro­ pusieran e irnplementaran un curso alternativo a la política teatral oficial, haciéndose cargo di sus vacíos e insufi - ciencias. ¿Es que esa tradición también había perdido vigen cia? Ni tanto ni tampoco. ”

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