El estado en la escena : teatros universitarios de Santiago 1940-1973

Tampoco I'íorgado exceptúa de su balance al público y a los críticos. El primero, "acepta lamentablemente lo que le dan". Los segundos, "no ayudan a que se supere el teatro nacional, matan toda nueva iniciativa, y en vez de dar normas, hunden. No poseen sentido de la cnilenidad. nlaban y dedican páginas y fotos en los periódicos solamente a las compañías extranje ras". ¡Para que hablar de los empresarios1 Ellos ’nace tiem po que han preferido el cine al teatro nacional". En resumen, es todo el sistema profesional el que se encuen tra en crisis. Y el Estado que lo ha querido apoyar, no ha podido despegarse de los intereses particulares netamente co rnerciales o político-sectarios de los autores o primeros ac­ tores contratados para las temporadas oficiales. Ahora bien, frente al teatro aficionado, el autor no se mués tra menos implacable. Denuncia su espíritu imitativo del tea tro profesional: "va uno en algunas ocasiones a ver represen­ taciones de conjuntos aficionados que resultan en muchas o — portunidades muy parecidas a las compañías profesionales» don de no hay la menor inquietud ni .deseos de superarse, sino la ambición de salir pintados a la escena y cosechar cómodamen­ te algunos aplausos". El responsable de la situación no es otro que el conocido DEC, el que "nada efectivo ha hecho en beneficio del teatro aii - cionado (...). Si tuviera una intención o siquiera una lí - nea de trabajo para orientar al teatro aficionado, se debe - ría terminar de una vez por todas con las comedias siúticas, elegantosas y enfermizamente sentimentales que los cuadros artísticos gustan de hacer con gran entusiasmo". Y continúa esbozando cuál debiera ser esa línea: "el teatro aficionado por su misma condición de masa obrera, por el he­ cho de estar más en contacto con el hombre que no espera na da de nadie, sino su propia reivindicación, su propio mejo­ ramiento, debería tener un contenido social que nadie ha que rido tocar (...). El teatro aficionado debería terminar con el drama de la nina que el galán abandonó cuando iba a ser madre, para realizar un teatro eminentemente depurado y so­ ciológico, donde hubiera un latido ue esperanza, una puerta abierta hacia el futuro oara nuestra clase explotada".

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