El estado en la escena : teatros universitarios de Santiago 1940-1973

vidacl aficionada, la escasa que le sobrevive es aquella que marcha al compás de la producción mercantil del momento. En suma, la crisis se alimenta de dimensiones simultáneas: económica, artística y política. Las tres echan por tierra las bas.es. en que se había sustentado el'desarrollo del movi­ miento teatral del primer tercio del siglo. Con ello, el teatro mismo, como medio expresivo y comunicativo, como ins­ trumento de educación o incluso como mero pasatiempo pierde su rol de privilegio en la cultura y la sociedad nacionales. En efecto, el teatro se había convertido en una práctica ge­ neralizada. De alguna manera atravezaba al conjunto de los grupos constitutivos de la sociedad de la época: desde la o- ligarquía hasta el proletariado. P>ero es su práctica en me­ dio de las clases subalternas donde alcanza su carácter na­ cional y masivo. Ello sin opacar su clara especificación de clase. Sea en un sentido recreativo, educativo o ideológico político, el teatro profesional y aficionado expresaba las "visiones de mundo" de nuevos y diversos sectores urbanos. Así por ejemplo el conflicto tradición rural versu moderni­ zación urbana, provincia versus capital, o educación formal versus prestigio socio-familiar como base del logro — moti­ vos de tantos sainetes y comedias— obtenía una réplica en los conflictos miseria-opulencia, opresión-emancipación o capital-trabajo, expresados en los dramas obreros. Pero la triple crisis, como se ha dicho, quiebra los sopor­ tes orgánicos de esa producción escénica (el mercado citadi- no o la organización sociul-polícica asalariada;, interrum­ piendo con ello su desarrollo ascendente. Por otra parte, la capacidad recreativa y comunicativa casi exclusiva que contaba el teatro, en la época, se ve disminuí, da y hasta subordinada por la aparición de una producción más variada y compleja corno difundida por los modernos aparatos de comunicación audio-visual. C-on ello parte de su atracti-