El estado en la escena : teatros universitarios de Santiago 1940-1973

Pero la exigencia de difundir una extensa y heterogénea pro­ ducción dramatúrgica y el afán de desterrar la arraigada tra dición naturalista del teatro chileno (1), implicó a su vez, transformar la factura escénica de las obras representadas. La escena, como tal, debía modernizarse, para lo cual se in­ corporaron las nuevas y sofisticadas técnicas interpretati­ vas y escenográficas, de iluminación y de diseño (vestuario, utilería, etc.) descubiertas desde hacía décadas por los tea tros de los países desarrollados. 3u sentido, lo mismo aquT que allá, era doble. Por un lado, como señala Héctor del Campo, "teatralizar el teatro", adoptando unas convenciones que pusieran de mani­ fiesto el carácter ficticio, imaginario que de suyo posee el espectáculo teatral en oposición, al absoluto "verismo" que había introducido el cine (2). "La luz es redescubierta y explorada con una fuerza de sustitución maravillosa, ilimitada­ mente sugestiva, muchas veces suficiente para crear el ámbito escenográfico necesario para la realización de una pieza, la escenografía se reduce, se cine, se estiliza, en ocasiones un par de elementos, cortinas, tarimas o bastidores, son capaces de entregar el espíritu de una o- bra..... i! (3). (1) Lo cual hizo, entre otras cosas, que se postergara la representación de una vas­ tísima gama de autores nacionales, con pocas excepciones, casi a toda la genera­ ción previa a la de 1957. (2) Sartre dirá al respecto: "...el cine ha denunciado el falso árbol de teatro como simple decorado y el falso acto como simple gesto. Pero no ha perjudicado al tea­ tro. al contrario, reflexionando sobre sus propios límites como en todo arte, ha hecho de esos límites la condición de su posibilidad". Sartre, Jean Paul: 1966. (3) Grinor Rojo; op.cit

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