Aisén Reserva de Vida: testimonio de un arquitecto activista ambiental formado en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile
186 Aisén Reserva de Vida Hace bien combinar lo intelectual, la teoría con la práctica, probar, experimentar, hacer uno mismo, para aprender y demostrar. Mente, corazón y manos deben ir aparejados. Lo que se hace con amor y cariño suele resultar, quedar bien y bello. El resentimiento solo trae amargura y violencia. Nunca hay que tirar la toalla antes de luchar. Tampoco perder la capacidad de admiración y de ver el universo en lo pequeño. Adelantarse a su tiempo, ser pionero, tiene su costo y ser activista ambiental suele no ser, al menos en nuestro caso, un buen negocio en el sentido material. Es vital el principio preventivo, precaver, evitar y defenderse antes de, impedir antes de que este parado el problema. Estudiar, conocer y comprender antes de intervenir. Ordenar el territorio y que la comunidad tenga el poder de cuidarlo también. La ciudadanía informada, organizada y movilizada tiene un tremendo poder. Ese poder que “el sistema” se reserva para perpetuarse. En Aisén hay mucho por hacer, y hacerlo bien, responsablemente, con amor, con respeto, es más importante que nunca. También hay mucho por no hacer y dejar que la naturaleza perdure sin las habitualmente cuestionables intervenciones humanas.
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