Desafíos emergentes de la modernización del Estado : reflexiones y casos de América Latina y Europa

Javier Fuenzalida | Pablo González ( Editores ) 66 británico se encuentra fuertemente sustentado en el New Public Management , con un fuerte interés por el logro de resultados visibles y por el uso de indicadores que los representen. En tanto, el caso finlandés y sueco -y en menor medida el de Países Bajos-, no exhiben un interés particular en esta materia, sino que se focaliza en preservar la calidad y la utilidad de las relaciones entre mandante y mandatado. Asimismo, en este último caso los sistemas de gestión del desempeño buscan pro- mover adecuadas relaciones entre las agencias públicas con sus stakeholders respecti- vos. Tanto la definición de metas como de indicadores se reducen a conversaciones entre la agencia y el ministerio respectivo. Según las características descritas para cada país, y conforme la distinción con- ceptual de Heinrich y Marschke (2010), es plausible caracterizar al sistema de ges- tión del desempeño británico como científico-racional , mientras que al sistema de los de países nórdicos como un modelo dialéctico-interactivo . Moynihan (2008) establece que los sistemas de este último tipo fomentan las instancias de interacción social entre actores dentro y fuera de la organización (tales como foros, mesas de trabajo o conversaciones de rutina), para asegurar el uso efectivo de la información que se deriva de indicadores de gestión y generar un clima de aprendizaje continuo. Gestión del desempeño y política Las diferencias entre los distintos enfoques de sistemas de gestión del desempeño no son casualidad y tienen una explicación desde la economía política. Según Pollitt (2005), el Reino Unido tiene -en términos comparados- un sistema de gobierno con menor cantidad de actores de veto 16 . Esto ha incidido en la posibilidad de desplegar reformas más profundas y audaces en sus sistemas de gestión del desempeño, las cuales se han implementado rápidamente y de manera centralizada, como ha sido el caso de la introducción de pagos por el logro de metas en agencias públicas. Por otra parte, en los países nórdicos y en Países Bajos los actores de veto tienen mayor preponderancia y esto ha incidido en que iniciativas de cambio en la materia han sido bastante consensuadas con actores como sindicatos de trabajadores y partidos políticos que los apoyan. De hecho, el mismo autor alude a esta característica como una posible explicación a la “lenta aplicación de pagos asociados por desempeño en los estados nórdicos…” (p. 38). 16 Según Tsebelis (2006), los actores de veto son quienes tienen la facultad de cambiar la inercia histórica y aprobar una determinada legislación. A medida que aumentan los actores de veto, el poder de incidencia de quien establece la agenda pública ( agenda setter ) disminuye, teniendo que renunciar a muchas de las disposiciones iniciales para lograr acuerdos, o de plano no conseguirlos.

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