Desvelos en el alba

sólida, deja filtrarse por una hen– didura, un resquicio de luz. -Ven, asómate. Esta es la Puerta del Sevillano, la de la Ilus– tre Fregona. Asómate. Por aquí se divisa el portal. En efecto, hay un portalón empedrado que conduce a un pa– tio cuyos interiores se esfuman en la sombra. Un mozo duerme en el suelo, mal arropado entre unas mantas. -Esta es la plaza en que se ce– lebraban los Autos de Fe. Aque– lla, la catedral. Ese arco que sos– tiene un paso elevado, es el que comunica con el Palacio del Car– denal Arzobispo. Bajamos y subimos calles mo- ·, 100 (

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