Desvelos en el alba
ñoles para la guerra de Arauco, blanquearon las venas cobrizas y han formado el pueblo nuestro, nuestra raza homogénea, activa y andariega, aventurera, audaz y con apetencia de inmensidades. Cuando las crisis económicas asolan las urbes, tornan los hom– bres a los lavaderos clásicos del oro, desmenuzado entre las arenas. Cuando se desvalorizan los meta– les y el salitre natural, vuelve al agro fecundo que los espera con sus sembrados, sus pomaredas y sus jardines. Y cuando la suerte es esquiva, allí está el mar para ir, sobre cuatro tablas calafatea- ) 96 (
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