Desvelos en el alba

man en vinos de consagrar. Estos cerros y valles transversales cie– rran por el norte el panorama de nuestra hondonada céntrica. He aquí la cuna de la raza. El valle longitudinal, falda ondulante de la montaña que para defender– se de las olas se empina, antes de llegar al mar, formando la cordi– llera de la costa. Cuna de nuestra raza, en él se expande la historia patria. Allí se erigen sus capita– les, allí late el corazón del país. Ningún paisaje le aventaja en va– riedad y en armonía de contras– tes. Montañas nevadas, colinas verdegueantes, huertos dilatados en que florecen los durazneros, los perales, los cerezos y las manzanas. ) 92 (

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