Desvelos en el alba

del coraje masculino es muy relativo. Desde luego me parece que hay dos clases de valor: uno, el que se necesita para las cosas menudas y cuotidianas de la vida, y que es como la expresión de la confianza que se tiene en las pro– pias fuerzas físicas. Una mujer, tipo corriente -no se atreve a aventurarse sola, por ejemplo, en la soledad del campo o de la no– che. Es que sabe que sus fuerzas no le alcanzarían para defenderse de un peligro. En cambio, ponga Ud. al hombre en circunstancias tales que lo que necesite sea valen– tía moral para afrontar una situa– ción difícil, y en nueve casos de diez, lo verá cobarde. En las pe~ ) 83 (

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