Desvelos en el alba
ta saber precisamente, no sólo es el fruto de esas virtudes, sino có– mo pudieron realizar su obra en 1nedio de debilidades, desventajas y de los propios obstáculos que les creaba su naturaleza frágil de hom– bres. Yo querría que las revistas y los diarios de estas tierras, que en realidad son las únicas cátedras de cultura permanente que tenemos, tomasen a su cargo el fomento de la tradición, dirigiendo el esfuer– zo de algunos jóvenes a descubrir– nos a nuestros antepasados y a ha– cerlos directores de conciencia y verdaderos padres de esta genera– ción de hoy. ) 71 (
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