Desvelos en el alba

darla a conocer en sus detalles ín– timos es revelar el alma nacional, es hacer también obra de arte. ¿Qué sabemos, ni aún las gen– tes más cultas de estos países, de la intimidad, ni siquiera de las figu– ras históricas más destacadas? Nos extrañamos de que en Francia, In– glaterra, y también en los Estados Unidos se fomente una especie de idolatría -a veces con caracteres de fetichismo- por los héroes. Aquí poquísimo se cuida de ellos. Bien lejos, por cierto, de querer que todo lo pasado se endiose, de que a los próceres se les pinte una grue– sa capa de virtud postiza para pre– sentarlos en esa forma a las gene– raciones venideras. Lo que impor- ) 70 (

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