Desvelos en el alba
NO pido nada más que jus– ticia!" claman los que sufren cas– tigos, humillaciones u ofensas in– merecidas. "¡Nada más que justi– cia!" Les parece algo tan inherente· a la naturaleza humana, que como el aire sobre la corteza terrestre, así debería respirársela en la so– ciedad de los hombres. Justicia, dicen los clásicos, es asignar a cada cual lo que le per– tenece. En tratándose de bienes in– tangibles, es conferir estimación y honores de acuerdo con los méri~ tos. Alguien ha escrito que en cada uno de nosotros existen, por lo me– nos, tres seres bien distintos: el ) 59 (
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