Desvelos en el alba

zo tan impotentes, tan míseros, tan ridículamente pequeños ante la grandeza de las fuerzas desencade– nadas, ante las maravillas del mun– do mecánico, ante el prodigio del animal? HA Y una vez en cada vida hu– mana un minuto maravilloso, en que el hombre siente que ha llega– do al cenit de su aspiración, de su expresión máxima, de su dicha. Queda en los recuerdos como una lámpara inextinguible. Y desde en– tonces, la suprema aspiración de ese sér es volver -una vez más– a sentir ese minuto de transfigura– ción. ) 53 (

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