Desvelos en el alba
ble. Aunque deambule por la tie– rra y hable, está muerto, porque se quebraron en él las ilusiones vita– les que permiten sobreponerse a la tragedia cuotidiana. Este sentido faltó a los griegos, como después a la mayoría de sus hijos: los latinos y a nosotros, los hispanoamericanos. Pues hay dife– rencia entre la tendencia mística y la aceptación de un credo. Se pue– de ser un fanático sin ser en mo– do alguno un místico. El instinto místico es una fuer– za creadora, creadora de dioses; la devoción es un hábito pasivo capaz de extraer, incluso, supremas be– llezas de un contenido ya dado, pe- ) 31 (
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