Desvelos en el alba
quedan sino brasas. Las otras fue– ron apagándose con el conocimien– to de su vanidad. Cuando uno se convence de que lo que el mundo llama éxitos son apariencias vani– dosas , tanto más brillantes cuanto menos significativas para la gran– deza espiritual, para la paz y la dulzura interior, los deja en el ca– mino... ¿Qué me levanta? No lo sé. Acaso es una energía subconsciente. Se yergue cuanto más inerte me sien– to. Y me obliga a tomar de nuevo mi cruz ... ) 114 (
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